Hace cuatro años, el PP obtenía por primera vez mayoría absoluta en las elecciones generales. A pesar de que sólo conseguía un pequeño incremento de votos con respecto a 1996 —poco más de 500.000—, el hecho de que la izquierda perdiera casi tres mill Hace cuatro años, el PP obtenía por primera vez mayoría absoluta en las elecciones generales. A pesar de que sólo conseguía un pequeño incremento de votos con respecto a 1996 —poco más de 500.000—, el hecho de que la izquierda perdiera casi tres millones de votantes —el 16% el PSOE con una pérdida de 1.596.468 y el 52% IU, que perdió 1.385.915 votos— hizo posible aquella mayoría absoluta con la que el PP ha gobernado los últimos cuatro años.

Esto significa que los resultados electorales del próximo 14 de marzo dependen directamente de la capacidad de los dirigentes del PSOE e IU para movilizar esos tres millones de votos que le volvieron la espalda hace cuatro años y que fueron, mayoritariamente, a la abstención.

La política reaccionaria del PP

Como era de esperar, a lo largo de estos años hemos asistido a una profundización de la política derechista del PP en todos los frentes —económico, social, político— provocando un empeoramiento en las condiciones de vida de la clase obrera y la juventud.

En el ámbito internacional, la política agresiva del imperialismo USA ha encontrado en el PP su aliado más fanático y servil, apoyando y participando activamente en cualquier aventura imperialista, desde la invasión colonial de Afganistán a la guerra de rapiña en Iraq para controlar sus recursos petrolíferos.

Las extraordinarias movilizaciones contra la guerra pusieron de manifiesto el masivo rechazo a la política del PP. Que Aznar despreciase estas manifestaciones y que siga con el mismo discurso sobre las armas de destrucción masiva, indica el carácter de la derecha de este país, que enlaza con las mejores tradiciones de la burguesía española: mentirosa, cobarde y ruin.

En el terreno social hemos visto las masivas movilizaciones contra el gobierno y su actuación en la catástrofe del Prestige, las manifestaciones contra el Plan Hidrológico Nacional y las luchas multitudinarias que protagonizaron los estudiantes contra las leyes reaccionarias de la LOU y la LOCE, especialmente significativas del cambio que se está produciendo entre la juventud si recordamos que, apenas hace unos pocos años, en algunas universidades se aplaudía a los dirigentes del PP.

El PP, enemigo

de los trabajadores

Con respecto a los trabajadores, la política del PP ha continuado con la misma tónica: aprovechar el crecimiento económico para incrementar los niveles de explotación, recortando derechos y garantías con el objetivo de engordar los beneficios empresariales.

Sólo en el sector financiero los cinco grandes grupos (Santander, BBVA, La Caixa, Banco Popular y Caja Madrid) consiguieron en el ejercicio de 2003 unos beneficios netos de 6.933 millones de euros (más de un billón de las antiguas pesetas).

Estos escandalosos beneficios que van directamente a las multimillonarias cuentas de la burguesía contrastan con la situación que viven más de 500.000 hogares donde todos sus componentes se encuentran en paro. Según la última encuesta de población activa (EPA), en el cuarto trimestre de 2003 seguimos por encima de los dos millones de parados, con una tasa de desempleo del 11,2%.

Por otro lado, el incremento de los Expedientes de Regulación de Empleo (los famosos EREs) y los despidos están afectando tanto a las empresas en crisis como a las empresas con beneficios. Unas veces de acuerdo con los dirigentes sindicales y otras veces sin él, las empresas utilizan el chantaje más descarado para que se acepten recortes en las plantillas, incremento de los ritmos de producción, dobles jornadas o congelación salarial. En otros casos anuncian directamente el cierre y el despido de todos los trabajadores. Los ejemplos de Telefónica, Renfe, Nissan o Samsung, son lo suficientemente representativos.

Con respecto a la temporalidad, ésta sigue siendo escandalosamente alta. De los 13,7 millones de asalariados, más de 4,2 millones de trabajadores tienen contrato temporal lo que es una de las causas del aumento de la siniestralidad laboral que se sigue cobrando un promedio de 1.500 muertos al año. Desde que el PP está en el gobierno los muertos en accidentes laborales superan los 10.000 ¡Una auténtica matanza de trabajadores!, y sin embargo los jueces, en una ofensiva coordinada con el gobierno, están culpando a las victimas de su tragedia, llegando a arrebatar pensiones a las familias. Este solo ejemplo basta para comprender el carácter criminal y parasitario de la burguesía española y sus representantes políticos.

Frente a la demagogia insultante del gobierno, que afirma que en esta legislatura la renta familiar se ha doblado, más de la mitad de las familias, el 57% según la última encuesta publicada, tienen dificultades para llegar a fin de mes.

Frente a toda esta ofensiva, es evidente que la clase obrera ha luchado con todas sus fuerzas para derrotar los planes de la derecha. A pesar de la actitud desmovilizadora, y a veces cómplice, de muchos dirigentes reformistas de los sindicatos y las organizaciones políticas de la izquierda, los trabajadores cada vez que se les ha ofrecido un cauce para mostrar su rechazo y combatir la política del PP han tomado con las dos manos la oportunidad, como quedó patente en la huelga general del 20-J.

La derecha recorta

las libertades

Bajo el argumento de la lucha contra el terrorismo y en defensa de la civilización occidental, la democracia y la libertad se están introduciendo en todo el mundo leyes que recortan la libertad de expresión, asociación, manifestación... Es un fenómeno general en EEUU, Francia, Italia, y por supuesto el Estado español.

En nuestro país, no conformes con aprobar la reaccionaria Ley de Partidos, con prohibir las manifestaciones de los trabajadores de Sintel, con denunciar como terrorista a todo aquel que se atreve a oponerse o a criticar los designios de Aznar y su gobierno —incluyendo la petición de multas y cárcel para los que nos hemos opuesto a la guerra—, ahora también han impuesto la religión de nuevo en las escuelas como materia evaluable, y la Conferencia Episcopal pretende que se incluya en el temario el rechazo al divorcio, el aborto y acusan sin empacho a la “revolución sexual” y las parejas de hecho de ser responsables de la violencia contra las mujeres... ¡Una vuelta a las posiciones más reaccionarias del pasado franquista!

En esta cruzada de la derecha contra las libertades democráticas, el mayor ataque se ha centrado en los derechos democráticos de las nacionalidades oprimidas. A estas alturas es ya común la identificación de todo lo vasco con ETA: desde HB hasta el PNV y desde la ikurriña hasta el Athletic de Bilbao.

Se han ilegalizado partidos, se ha prohibido presentar candidatos independientes a las elecciones, se han clausurado periódicos, se han asaltado sedes de organizaciones políticas, se han prohibido conciertos de música... todo bajo el argumento de ser “terroristas” o “amigos” de terroristas. Eso sin contar la campaña mediática de satanización contra los que defienden la independencia, el federalismo o sencillamente no se suman al coro de la “España, una, grande y libre” como está ocurriendo ahora con Maragall en Catalunya.

Esta es una pequeña muestra de la aportación de la derecha al desarrollo de las libertades democráticas.

Como los marxistas hemos explicado siempre, los métodos de terrorismo individual practicados por ETA son utilizados por el aparato del Estado para justificar el incremento de la represión y ocultar, cuando no justificar, la guerra sucia que los cuerpos represivos están llevando a cabo en Euskadi.

En lugar de defender una política de independencia de clase y defensa intransigente de los derechos democrático nacionales, la izquierda adopta una postura absolutamente seguidista y equivocada, bien de apoyo a la burguesía vasca como es el caso de IU en Euskadi, bien de apoyo a la burguesía española como en el caso del PSOE. En este último caso, la identificación del PSOE con lo más rancio y reaccionario del nacionalismo español está provocando una enorme confusión entre los trabajadores que ven como los dirigentes del PSOE aparecen codo a codo con el PP, cuando ha sido siempre el movimiento obrero el más claro defensor de los derechos democráticos, incluyendo el derecho de autodeterminación, en Euskadi, Galicia y Catalunya.

Votar para echar

a la derecha del gobierno

Visto lo anterior nadie puede argumentar hoy que “la gente no se moviliza”, cuando estos últimos cuatro años hemos asistido a luchas y manifestaciones de millones de personas contra la política practicada por el PP, en la huelga general del 20-J, el desastre del Prestige, el Plan Hidrológico Nacional, la LOU, la LOCE, la guerra de Iraq, Puertollano, Sin embargo este movimiento masivo no se está teniendo toda su expresión en el terreno electoral, por que las organizaciones de la izquierda, especialmente el PSOE, no conectan con las aspiraciones de la mayoría de la clase obrera y la juventud.

Las últimas encuestas presentan, una vez más, una ventaja para el PP, incluso con la posibilidad de revalidar la mayoría absoluta.

Por supuesto que todos los voceros de la burguesía están pretendiendo ocultar la auténtica realidad de la lucha de clases y la enorme importancia de las tremendas movilizaciones que hemos vivido con el falaz argumento de que “en democracia lo que valen son los votos” y, por lo tanto, nada de lo sucedido en la calle o en la huelga general tiene importancia.

Este argumento impregna el cretinismo parlamentario de los dirigentes de los partidos de izquierda y también de los dirigentes sindicales. El objetivo, una vez más, es minimizar la fuerza de la clase obrera al tiempo que se enfatiza la inutilidad de la lucha para conseguir nuestras reivindicaciones.

Por supuesto que los marxistas no somos neutrales en las elecciones. No nos da igual quién gane las y qué gobierno surja de ellas. A ningún trabajador consciente puede darle igual.

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La lucha por el socialismo también debe contar con el frente parlamentario, siempre y cuando sea posible, para utilizarlo como una tribuna, una caja de resonancia donde denunciar la injusticia y desenmascarar a la derecha ante el conjunto de la sociedad, combinando la acción parlamentaría con lo que es realmente decisivo: la organización de los trabajadores y la lucha en los barrios, fábricas, institutos. Este es el único camino para ayudar al conjunto de los trabajadores a sacar conclusiones políticas avanzadas, en su lucha por el socialismo.

Sabemos que el Parlamento y demás instituciones del Estado burgués están ideados para mantener la ilusión de la gran mayoría en una democracia formal donde, en el mejor de los casos, podemos decir lo que pensamos cada cuatro años mientras que, en realidad, los que deciden cada día son los poseedores de las grandes fortunas y medios de producción.

Un programa socialista para derrotar a la derecha

Tras ocho años de gobierno del PP es inevitable que se produzca un movimiento hacia el voto útil, es decir, el voto hacia el PSOE. La responsabilidad, por tanto, de derrotar a la derecha recae más claramente en la dirección del PSOE.

Sin embargo, las elecciones municipales y autonómicas de los últimos meses desprenden varias lecciones que, desgraciadamente, parece que los dirigentes del PSOE no han comprendido.

Lo más evidente es la enorme abstención en el voto tradicional de la izquierda. Como hemos podido comprobar con los datos encima de la mesa es en las zonas obreras donde se ha producido una menor participación en las votaciones.

Sin embargo, una vez más, se vuelve a escuchar la misma canción. “Los socialistas tenemos que ganar el voto de centro”, a la vez que todo el coro de burgueses demócratas y progresistas, analistas y politólogos de los medios de comunicación, especialmente la Ser y del grupo Prisa —los mismos que apoyaron el golpe de Estado contra Chávez en Venezuela— les animan en esta dirección.

Pero no será girando a la derecha, o poniendo al frente del programa económico a reconocidos economistas burgueses como Miguel Sebastián que abogan por la “estabilidad presupuestaria”, la congelación del gasto público o los recortes de impuestos a las grandes fortunas, como la izquierda puede ilusionar a millones de jóvenes y trabajadores hartos de la situación que venimos padeciendo. En este camino “hacia el centro” han llegado al punto de aplicar recortes en los aspectos sociales de su programa electoral, incluso antes de las elecciones, con el argumento de que no se podrían financiar algunas de esas propuestas, cuando la cuestión fundamental es precisamente hacer todo lo contrario: si esas propuestas sociales son necesarias, y lo son, lo que hay que hacer es poner los medios para financiarlas y esos medios existen en los enormes beneficios de los bancos, multinacionales.

De esta manera solo se contribuye a la ceremonia de la confusión, y a dar la razón a los que dicen que ya no hay derechas e izquierdas sino sólo buenos o malos gestores del capitalismo, precisamente lo peor para conseguir movilizar a la capa de abstencionistas que en muchos casos desconfían de la utilidad de ir a votar para cambiar las cosas.

Y lo que es peor, no ayuda en nada a que se avance en la lucha por las reivindicaciones más inmediatas en la perspectiva de acabar con el capitalismo y conseguir una autentica sociedad socialista.

Hay que defender

un auténtico

programa socialista

Respecto a Izquierda Unida su programa presenta toda una serie de reivindicaciones que conectan más con las necesidades de la clase obrera: la reducción de la jornada a 35 horas, la defensa de la sanidad y la educación públicas, la retirada de las tropas españolas de Iraq, aunque en ningún caso plantea una ruptura con el capitalismo. De hecho, la dirección de IU parece obsesionada en entrar en un gobierno de coalición con el PSOE al precio que sea. Obviamente las experiencias del gobierno de la izquierda en Francia son una buena fuente de enseñanzas: No existe un modelo de “capitalismo de rostro humano” y si finalmente aceptas las reglas del sistema tienes que aplicar lo que la burguesía exige. En el actual contexto económico y social, cualquier reforma mínima en beneficio de los trabajadores y sus familias, exige una lucha sin cuartel con la clase dominante. Aspectos como el de la educación y la sanidad, que la burguesía quiere transformar en un suculento negocio, solo se pueden defender con un incremento drástico de los presupuestos destinados a estos fines y eso provocara la reacción histérica de los capitalistas. Lo que queda absolutamente claro es que hoy la política tradicional de la socialdemocracia reformista se ha transformado en una reformismo sin reformas: Lo vemos en Alemania con Schröder o en Gran Bretaña con Blair.

La única forma de satisfacer las necesidades de la mayoría de la población es aplicando una genuina política socialista que, basada en la movilización de los trabajadores y la juventud, plantee abiertamente la transformación socialista de la sociedad.

Millones de trabajadores y de jóvenes van a votar a la izquierda, no tanto por la ilusión que les provoca la política del PSOE o de IU, sino para expulsar a la derecha del gobierno. De esta manera la clase obrera demuestra un certero instinto de clase que los marxistas apoyamos. Sin embargo votar no es suficiente. Incluso con un gobierno PSOE-IU nuestros problemas sólo podrán resolverse en base a nuestra organización y capacidad de lucha.

Las aspiraciones mínimas de los trabajadores y los jóvenes suponen algo muy concreto: una vivienda digna, un puesto de trabajo estable, un salario suficiente para cubrir nuestras necesidades, una sanidad, educación, transporte público asequible y de calidad, el incremento de la cobertura al desempleo, la derogación del decretazo, de la LOU y la LOCE, así como la retirada inmediata de las tropas españolas de Iraq.

Esto es lo que se espera de la izquierda en estas elecciones, compromisos concretos que permitan avanzar claramente en las reivindicaciones que se han venido expresando en las luchas contra el gobierno de la derecha

La experiencia ha demostrando una y otra vez que para conseguir estas mínimas reivindicaciones, siempre tenemos enfrente la más dura oposición de los grandes monopolios, los grandes grupos financieros, la jerarquía eclesiástica y en definitiva todos los sectores reaccionarios de la sociedad, que no dudan en combatir la aplicación de cualquier medida que entienden ataca sus privilegios y sus negocios, como pudimos ver recientemente en Madrid.

Por ello es ingenuo pensar que sería posible cualquier avance progresista sin enfrentarse a estos sectores.

En la época actual el capitalismo juega un papel reaccionario para el desarrollo de la sociedad. Se mantiene a costa de exprimir más y más a los trabajadores, de provocar guerras para controlar los recursos y los mercados, de someter a la humanidad al paro forzoso, mientras un puñado de multimillonarios disponen de la mayoría de la riqueza que generamos con nuestro trabajo.

Para que la sociedad pueda avanzar es necesario acabar con el capitalismo, nacionalizando bajo control obrero las palancas fundamentales de la economía: la banca, los monopolios, las grandes empresas, los latifundios. De esta manera se podrá planificar democráticamente la economía en beneficio de la mayoría, se garantizaría el pleno empleo, la sanidad, la educación para todos, se utilizaría el desarrollo tecnológico no para aumentar la tasa de beneficios sino para reducir la jornada laboral a menos de 30 horas y permitir a la población participar en la toma de decisiones en todos los ámbitos, en el económico, en el político y en el cultural. Con estas medidas la transición a una sociedad sin clases, a la sociedad socialista, estaría garantizada.

El 14 de marzo millones de jóvenes y trabajadores votaran a la izquierda con la sana intención de acabar con el gobierno del PP y avanzar en nuestras reivindicaciones. Ese es un primer paso, pero votar no es suficiente, necesitamos organizarnos y luchar por un autentico programa socialista. Únete a la corriente marxista de El Militante para combatir por el socialismo y levantar una alternativa revolucionaria en el Estado español e internacionalmente.

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