Gaspar Llamazares.– El 20-J reveló de forma evidente el descontento social existente contra la política contrarreformista y reaccionaria del Gobierno de la derecha del PP. Aunque esta respuesta se centró en las cuestiones laborales, en ella estaba implícita también la contestación a la política del Ejecutivo de Aznar de privatización paulatina de la educación, de recorte de libertades y derechos fundamentales poniendo como excusa la lucha antiterrorista nacional e internacional, así como su manera policial de entender la seguridad ciudadana o la presentación de soluciones al drama que viven los inmigrantes.
Para la oposición, supuso un punto de inflexión de cara a evidenciar que la derrota del PP es posible en las próximas elecciones, aunque algunos que ahora parecen creer en ella más que nadie, antes no acababan de creérselo. IU siempre pensó que esto era así y de ahí su apoyo decidido desde un principio a las centrales sindicales en la contundente contestación a la contrarreforma del desempleo.
Antes de hablar de otra huelga general hay que ver cómo se desarrollan los acontecimientos. Izquierda Unida estará junto a aquéllos que rebatan con argumentos e ideas la política neoliberal de la derecha del PP y, en este sentido, los sindicatos nos van a tener trabajando codo con codo junto a ellos. La siguiente prueba la vamos a tener muy pronto, el próximo 5 de octubre en el gran Acto Sindical convocado en Madrid. Estaremos allí y ya hemos anunciado que todos los medios con los que cuenta IU están a disposición de los sindicatos para que esta macromanifestación sea un éxito. Es difícil que el Gobierno pueda volver a dar la vuelta a la realidad como un calcetín y trate de negar lo evidente, como hizo el 20-J. Resulta que ese mismo día y los siguientes, los ministros y sus voceros mediáticos afirmaban que el 20-J no había existido. Meses después, el secretario de Estado para las Relaciones con las Cortes reconoció, sin que le temblara la voz, que el avance de la izquierda en su conjunto en la última encuesta del CIS podía deberse al 20-J...¿en qué quedamos?
EM.– En nuestra opinión la aprobación de la Ley de Partidos y la ilegalización de Batasuna, tanto por la vía parlamentaria como por la judicial, así como la prohibición de convocar manifestaciones contrarias a esa ilegalización supone un grave ataque a los derechos democráticos y establece un precedente que en el futuro se podrá utilizar contra las organizaciones de clase. Oponerse a la propiedad privada de los medios de producción y defender la planificación socialista de la economía se puede considerar anticonstitucional, por poner un claro ejemplo. En ese sentido cualquier organización socialista podría ponerse fuera de la ley en un momento determinado. ¿No crees, en este contexto, que la postura de abstenerse propugnada por vuestra formación en relación a la ilegalización de Batasuna se presta a la confusión, más que a la clarificación de lo que está detrás de todo ese proceso?
GL.– Izquierda Unida votó claramente que no cuando se debatió antes del verano la aprobación de la Ley de Partidos. Nuestro voto coincidió entonces tan sólo con el del PNV y el Grupo Mixto, y desde todos los lados se satanizó nuestra posición y nos llovieron las críticas, alineándonos prácticamente con quienes defienden el terrorismo. Hemos dicho por activa y por pasiva que la Ley del Partidos nos parece inconstitucional y que íbamos a ver la forma de recurrirla.
La abstención posterior en la propuesta de ilegalización de Batasuna fue coherente en cuanto a nuestra creencia de que existen vías judiciales suficientes para actuar contra quienes incumplan la ley, y a la vista está la cascada de autos, providencias y actuaciones de la Audiencia Nacional, paralelas a las medidas políticas. Como digo, nuestra abstención se debió a que creemos que el Parlamento no está para intervenir en esta cuestión. Lo mismo pensamos sobre que el Parlamento vasco debata sobre el recurso de inconstitucionalidad, que creemos del todo necesario a la Ley de Partidos. Creemos que ese recurso debía instarlo el Gobierno vasco, aunque PNV y EA han probado creer que no basta con ello.
Izquierda Unida está demostrando su coherencia e independencia en defensa de las libertades fundamentales en todo este proceso y vamos a seguir en esta línea aunque carezcamos del poder mediático con el que cuentan otros para hacérselo llegar a los militantes y seamos conscientes del uso electoral que de ello van a hacer contra nosotros.
EM.– Una de las cuestiones candentes en el plano internacional es la anunciada intervención norteamericana en Irak. Es un eslabón más en el escalada belicista que caracteriza la política exterior de EEUU en los últimos años y que en nuestra opinión está relacionada con el periodo de enorme inestabilidad económica, política y social en el que el capitalismo ha entrado a escala mundial. En nuestra opinión la forma más realista de oponerse a la guerra imperialista es la lucha mundial por el socialismo. El papel de la ONU y otros organismos internacionales supuestamente neutrales, se han revelado claramente como una farsa y un instrumento para encubrir los intereses de las grandes potencias imperialistas. ¿Qué posición defiende IU respecto a esos puntos?
GL.– Izquierda Unida se ha manifestado claramente en contra de la involución democrática vivida a nivel internacional tras el 11-S y también contra la decisión, prácticamente unilateral de EEUU de atacar a Irak. El ataque terrorista a las Torres Gemelas y al Pentágono no dan una patente de corso a nadie para dar una vuelta más a un orden mundial teledirigido por unos pocos y en el que no están en absoluto ausentes los intereses económicos de las grandes multinacionales, que ven las guerras como un negocio inagotable. EEUU parece haber aprendido bastante poco de todo lo sucedido en este último año. La solidaridad internacional que despertó se está difuminando por su prepotencia. A nivel español, es el momento de que Aznar y sus asesores internacionales abandonen el discurso de que no es el momento para un ataque a Irak y se pronuncien más claro, si de verdad lo creen, en contra de esta acción.
EM.– La perspectiva que la burguesía trazaba hace unos años con su nuevo orden mundial era de paz y prosperidad para todos. La década que vivimos iba ser la primera de una serie de décadas doradas, incluso para los llamados países en vías de desarrollo. Parece evidente que esta perspectiva no se cumple, la crisis económica está en el orden del día y las guerras y tensiones entre diferentes estados no hacen más que aumentar. Lejos de ser la "culminación de la historia" el capitalismo puede acabar arrastrando a toda la humanidad a la barbarie. ¿Tú crees que otro mundo es posible bajo el sistema capitalista?
GL.– Izquierda Unida entiende que "otro mundo es posible" y de ahí la apuesta de esta formación por demostrarlo día a día. Sabemos con quiénes estamos y contra lo que estamos. Pudimos comprobar muy de cerca durante el semestre de Presidencia española de la UE que, frente a un mundo irreal y las medias verdades vendidas en las diferentes cumbres habidas en Barcelona, Sevilla o Madrid, había otra realidad representada por los movimientos alternativos y antiglobalización que se dejaron oír a pesar de la criminalización, espionaje y persecución que sufren buena parte de sus miembros y organizaciones. IU no quiere capitalizar la respuesta de todos estos grupos, no es ese nuestro papel, pero vamos a seguir codo con codo con quienes propugnan esta respuesta pacífica a la involución neoliberal y a las contrarreformas en todos los órdenes que se están produciendo. No tenemos un doble lenguaje y el que de verdad esté interesado en saber cuáles son nuestras propuestas, verá que sabemos mantenerlas pese a quien pese.
EM.– Con la caída de los regímenes existentes en la URSS y los países del Este la burguesía, a escala mundial, intensificó su campaña contra el marxismo y el socialismo. En nuestra opinión lo que fracasó en aquellos países no fue la economía planificada sino un régimen burocrático que nada tenía que ver con el Socialismo ni con la democracia obrera tal como lo entendía Lenin. ¿Cuál es la explicación, como comunista, de la caída de los regímenes de los países del Este?
GL.– A muchos mandatarios actuales les vino muy bien lo que pasó a finales de la década de los 80 para justificar muchas de las cosas que están haciendo ahora. El fracaso de muchas de las políticas existentes en los países del Este les sirvió de coartada para afirmar sin rodeos que ellos eran los que tenían la verdad absoluta y para tratar de extender un pensamiento único y, si algo no hay en este mundo, es un único pensamiento. Mucha gente en Izquierda Unida, que es una formación plural donde se entrecruzan ideales socialistas, ecologistas y de una izquierda alternativa y transformadora, se sigue sintiendo orgullosa de sus orígenes comunistas, y va a seguir siendo así por mucho tiempo.
EM.– A nosotros nos parece más vigente que nunca la lucha por el Socialismo y la necesidad de vincular las reivindicaciones como empleo para todos, 35 horas semanales sin reducción salarial, viviendas dignas y baratas, etc. con otras como la nacionalización de la Banca, grandes empresas y latifundios bajo control democrático de los trabajadores. Sin planificación consciente de las fuerzas productivas y mientras las palancas fundamentales de la economía estén en manos de unos pocos, todas las conquistas que arranquemos con la lucha correrán el peligro de ser arrebatadas una y otra vez. ¿Qué opinas de ese planteamiento?
GL.– Hay que aprender de los errores del pasado al mismo tiempo que utilizar los aciertos habidos en el desarrollo de las ideas socialistas como forma de lograr, a través del ejercicio de la actividad de gobierno, una sociedad más igualitaria y más justa. Algunas de las ideas expresadas en vuestra pregunta están entre los postulados de algunos militantes y dirigentes de Izquierda Unida; algo que no pueden decir la inmensa mayoría de las formaciones democráticas con representación parlamentaria, que parecen ostentar de forma monopolística la defensa de las ideas de izquierdas. Nosotros respetamos esos planteamientos y los discutimos en el seno de nuestra organización y de ese debate salen las propuestas mayoritarias que se plasman en nuestro programa. En IU no hemos olvidado la necesidad de la reforma agraria, tal y como nos recuerdan a diario los jornaleros andaluces que están dentro de nuestra organización, ni la necesidad de luchar contra los monopolios, ni la prepotencia de los grandes empresarios, que imponen sus intereses al Gobierno y se cobran en la práctica los apoyos prestados en momentos decisivos. Contra eso luchamos y los vamos a seguir haciendo, nos tachen unos de radicales desfasados u otros de blandos o demasiado contemporizadores.
EM.– Por último ¿qué opinión te merece El Militante? ¿Quieres hacer algún añadido más a la entrevista?
GL.– El haber tenido la oportunidad de contestar estas preguntas para El Militante me ha producido una gran satisfacción, mucho más al ser consciente del esfuerzo que para vosotros supone el sacar adelante una publicación que va a contracorriente de por dónde caminan ahora las ideas mayoritarias y los intereses mediáticos de nuestra sociedad. Vosotros mejor que nadie sabréis que hay quienes se lo piensan dos veces antes de explicar con sinceridad cuáles son las ideas que defiende en política, en medios en que no se pacten las cuestiones de antemano y en los que no se sepa, también con antelación, que va a ser visto, oído o leído por cientos de miles de personas.
EM.– Muchas gracias por la entrevista y un saludo del Comité de Redacción del periódico.