Todos hemos pasado por periodos en los que nos hemos puesto a buscar trabajo. Pero, seguramente, en el caso de que seas una mujer las cosas son un poco diferentes, son un poco más difíciles. Cuando te encuentras en una marea de ofertas de trabajo para dependienta o asistenta (sabemos cómo son pagados estos trabajos) al encontrar una que demanda “personal femenino para lavandería industrial” piensas que por fin encuentras algo en lo que te imaginas que vas a estar contratado con un sueldo más o menos decente, respetando unos horarios aguantables, etc.

Ese fue mi caso pero nunca imaginé lo que me esperaba en la entrevista. Ilusionada y optimista llego a las oficinas de Lavachel (así se llama la empresa) y me atiende un hombre grande, barrigón, con bigote… parecía salido de una caricatura, entendí en el momento que era el dueño. Sin siquiera mirarme me dice las condiciones de trabajo: se trabaja de lunes a domingo, tres turnos de trabajo; el turno principal es de noche, 9 horas una semana entera, después vendrían dos días de descanso y luego los demás turnos de 8 horas; el sueldo base es de 513 euros (!), que se convierten en 637,8 euros con las pagas extras prorrateadas y un plus de asistencia (que puedes perder si un día llegas tarde). Por supuesto, este salario es el salario bruto, luego hay que descontar lo que toque para Hacienda. No se pagan horas nocturnas porque desde hace un año se estableció que no hace falta pagarlas, sólo deben hacerlo las empresas que antes las pagaban (!); el contrato es de tres meses y luego puede ser renovado.

No daba crédito a lo que estaba escuchando, pues sabemos que si éstas son las condiciones que ellos te ofrecen, la realidad es mucho más dura. En vez de trabajar 8 o 9 horas acabas haciendo 10 o 12 al día, dato que luego confirmé con gente que trabajó allí. Pero es que encima esas horas de más te las pagan dándote unos papelitos con el tiempo extra trabajado que tú luego canjeas por el dinero (¡si son 15 minutos te pagan sólo eso!), si los pierdes no te dan nada.

Podría enumerar mil barbaridades más que esta conocida empresa practica sin que nadie diga nada, ni sindicatos ni instituciones que conocen perfectamente lo que allí sucede.

No me queda otra que seguir buscando trabajo, a ver si entre las ofertas para niñera y cuidado de ancianos encuentro algo en lo que por lo menos tenga un contrato. Lo más denigrante es que uno de los anuncios que más predomina es el que te pone en contacto con “empresarios solventes”. Claro, solventes como el dueño de Lavachel, ¡que se enriquece a costa de las trabajadoras para luego pagarse la colección privada de motos que tiene!

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