El pasado 1º de Mayo, un veterano trabajador de Sintel perdió los nervios y golpeó con un palo a José Maria Fidalgo secretario general de CCOO. Este lamentable incidente, que ha sido condenado sin paliativos por la Asociación para la Colaboración conEl pasado 1º de Mayo, un veterano trabajador de Sintel perdió los nervios y golpeó con un palo a José Maria Fidalgo secretario general de CCOO. Este lamentable incidente, que ha sido condenado sin paliativos por la Asociación para la Colaboración con los trabajadores de Sintel y por el propio autor, que ha expresado públicamente su arrepentimiento, está sirviendo de excusa para una ofensiva contra la lucha de Sintel, lanzada por aquellos que tiemblan cuando los trabajadores en general o un sector de ellos, emprenden una lucha seria y decidida por conseguir un futuro digno.

Campaña de criminalización

Los medios de comunicación de masas, controlados por los grandes capitalistas de este país, están en plena campaña para criminalizarlos y desvirtuar sus reivindicaciones. Estos están poniendo en práctica la clásica estrategia de decir la verdad en temas secundarios para tener la autoridad que les permita mentir, teniendo cierta audiencia, en las cuestiones importantes. Y Sintel es un caso muy serio, que va mucho más allá del problema (ya de por si grave) de 1200 familias que buscan una solución a la situación de paro que padecen.

La lucha de Sintel se ha convertido en un símbolo para la clase obrera de este país y una referencia que demuestra que el espíritu combativo de los trabajadores está vivo, marcando el camino con el ejemplo, al resto de los obreros: los derechos se conquistan con la lucha y la movilización.

Los empresarios de este país son conscientes de esto; han contemplado con miedo esta lucha y ahora quieren aprovechar esta coyuntura para intentar aplastarlos. Para conseguirlo no dudan en mentir, ocultar y tergiversar la historia del conflicto y pretenden presentar a los trabajadores de Sintel como “un grupo de exaltados sin criterio que se han dejado manipular por unos dirigentes con afán de protagonismo”.

El buque insignia de esta campaña infame está siendo el periódico El País. Este diario ha publicado toda una serie de artículos que destilan odio contra los trabajadores en todas y cada una de sus palabras. En algunos de ellos podemos leer: “ Sintel filial de Telefónica hasta abril de 1996, estaba en quiebra desde julio de 2000 con un déficit patrimonial de casi 20.000 millones de Ptas. (...) y con varios expedientes de extinción de empleo que afectaban a una plantilla de 1.750 trabajadores”. Y más adelante: “En abril de 1996, todavía bajo el gobierno del PSOE, Telefónica vende Sintel al empresario cubano-estadounidense Jorge Mas-Canosa. Este intentó dos regulaciones de empleo que no logró por la oposición sindical” (El País, 2/05/03).

Santiago Hernández, firmante de este artículo, utiliza en este relato, el método más perverso cuando se quiere mentir conscientemente; se trata de presentar los acontecimientos ocultando parte de los datos (normalmente los más importantes), para corroborar una idea que ya se tiene preconcebida, en este caso la “irresponsabilidad” de los trabajadores de Sintel.

En este artículo se omiten conscientemente datos claves al explicar la historia de este conflicto.

El saqueo de Sintel

En 1996 Telefónica vendió Síntel al Grupo Mastec (familia Mas-Canosa) por 4.900 millones de Ptas. (solo el patrimonio inmobiliario estaba valorado en 20.000 millones de Ptas.). A partir de entonces, los 3.750 trabajadores de la empresa matriz y unos 1.000 de empresas filiales sufrieron periódicos expedientes de regulación de empleo.

Estos elementos de Miami, adquirieron una empresa solvente, que hasta 1999 estaba dando beneficios y la saquearon. Subcontrataron el 50% de la cartera de trabajo, mantuvieron a la plantilla desocupada para argumentar baja productividad, abandonaron la gestión de Sintel y dirigieron sus esfuerzos a vender 13 de sus 19 filiales, llevándolas a la quiebra o a la suspensión de pagos.

Telefónica participó activamente en estos manejos. En 1999 retiró el 75% de la cartera de trabajo, además de dejar de pagar 6.000 millones de Ptas. por las obra realizadas para ella por Síntel, argumentando que el Grupo Mastec mantenía deudas con ella, pero en ningún momento recurrió a los tribunales para exigir su pago.

Esto supuso que miles de familias perdieran su medio de sustento. Después de 6 meses sin cobrar la nómina, los trabajadores de Sintel deciden acampar en la Castellana (Madrid ) para exigir una solución.

Estos trabajadores sufrieron en sus propias carnes las consecuencias de la política de privatizaciones de las empresas públicas.

El estado, con el dinero de los impuestos que fundamentalmente pagan los trabajadores, sanea las empresas, las hacen competitivas y después las venden a precios de saldo a los capitalistas. Estos, para obtener todavía más beneficios, reducen plantilla y exigen a los que se quedan trabajar a mayor ritmo y más horas. Nunca falta el argumento de que los esfuerzos de hoy para que los beneficios empresariales sean mayores, mañana repercutirán en una mejora de las condiciones de trabajo, de los salarios y en la creación de empleo. La realidad para los obreros es que esas mejoras nunca llegan, la sobreexplotación aumenta paulatinamente y los recortes de plantilla no cesan.

En el caso concreto de Sintel, la situación fue más grave ya que asistimos a una operación especulativa que consistió en expoliar una empresa para que un puñado de individuos (entre los que habría que incluir a los altos cargos de Telefónica en ese momento), incrementaran sus fortunas.

Los plumíferos a sueldo de los capitalistas, no explican nada de esto, se indignan cuando un trabajador, fruto de la desesperación, viendo que su futuro y el de sus dos hijos se cierra ante él, pierde los nervios en la manifestación del 1º de Mayo, pero mira para otro lado ante las actuaciones de Telefónica, la familia Mas-Canosa y el Gobierno, que provocan arrojar al paro a miles de familias. Estos hipócritas son estómagos agradecidos que besan la mano que les paga y pretenden darnos lecciones de moralidad.

Aparente solución

En agosto de 2001, con la firma del acuerdo entre Telefónica, el Gobierno y los trabajadores, el conflicto parecía entrar en vías de solución.

Pero una vez más, los trabajadores cumplieron su parte mientras que Telefónica y el gobierno no.

En este sentido las declaraciones de Adolfo Jiménez, presidente de la Asociación para la Colaboración con los Trabajadores de Sintel, son claras: “ En todo este tiempo, esta asociación no ha recibido ni una sola oferta de trabajo, ningún contrato donde se diga: esta es la empresa, esta es la fecha, estas son las condiciones. Además, por si hay alguna duda, hemos declarado públicamente, al Ministro de Ciencia y Tecnología, a los grupos parlamentarios y a quien le interesara, que si un trabajador de Sintel ha rechazado un contrato de trabajo queda desvinculado del acuerdo. Al día de hoy nadie ha podido presentar ningún rechazo, por la sencilla razón de que no ha existido ninguna oferta de empleo” (El Militante, marzo de 2003).

Frente a estas claras declaraciones, nos topamos con estas líneas aparecidas en el El País del 4 de mayo de 2003: “ El presidente de la asociación de Sintel, Adolfo Jiménez, es muy cuidadoso al utilizar las palabras y dice que no se les ha ‘ofrecido contratos’. Los contratos solo se formalizan cuando el trabajador acepta en persona la oferta”.

Es poco probable que la audaz firmante de estas antológicas líneas, la periodista Carmen Parra, haya formalizado su contrato sin que antes se lo hayan ofrecido, o que lo haya firmado sin conocer previamente todos sus términos. Si esos contratos no se han ofrecido, explica Adolfo, es porque “...no hay ofertas de empleo que merezcan tal nombre. Hay cartas pidiendo currículums, burós-fax, etc, pero, insisto, ni un solo contrato encima de la mesa, nada concreto” (El Militante, marzo de 2003).

El papel de la dirección de CCOO

Adolfo Jiménez declaró en marzo de este año a este periódico lo siguiente: “En primer lugar me gustaría decir que si no llega a ser por la Confederación de CCOO, no hubiéramos aguantado ni quince días en la Castellana. Quiero dejar claro este punto. Partiendo de esto, una cosa es el sindicato, la Confederación y otra sus dirigentes”.

Parece evidente, por las declaraciones contradictorias de los dirigentes de CCOO, del Gobierno y Telefónica, por un lado, y de los representantes de los trabajadores de Síntel por otro, que como suele ocurrir, el acuerdo firmado en agosto de 2001, tiene una doble interpretación. Para los trabajadores de Sintel, la salida colectiva es plenamente compatible con este acuerdo, mientras que para la otra parte (Gobierno, Telefónica y (sic) dirigentes de CCOO, no lo es.

Desde el punto de vista de los intereses de los trabajadores la salida colectiva es lo más positivo. Mantener unida esta plantilla con la experiencia y la trayectoria de lucha que tiene, es muy importante; en primer lugar para seguir siendo fuertes frente a los ataques que para empeorar sus condiciones de trabajo van a seguir sufriendo (si consiguieran hacen realidad su proyecto de Sociedad Laboral Sintratel, en la que ellos mantendrían la mayoría de las acciones, Telefónica les seguiría empujando para que abarataran los precios, lo que les presionaría para aumentar los ritmos de trabajo, congelar los salarios, etc; Telefónica haría esto por razones de mercado, Sintratel desenvolvería su actividad en el mercado capitalista no hay que olvidarlo, y también por razones políticas, este ejemplo es muy peligroso y hay que destruirlo), y en segundo lugar porque esa combatividad seguiría siendo un ejemplo a seguir para el resto de los trabajadores.

Telefónica y el Gobierno, quieren por todos los medios destruir a los trabajadores de Síntel para que sirva de escarmiento para el resto de trabajadores, o en todo caso dispersarlos para acabar con ellos como punto de referencia.

¿Por que la dirección actual de CCOO se suma a las tesis de estos enemigos declarados de los trabajadores?

La alineación de estos dirigentes de CCOO con las tesis de la patronal y el Gobierno no ha quedado aquí. El pasado 28 de enero, aprobaron una resolución en la que daban por cumplidos los acuerdos de agosto de 2001 y exigían a todo el sindicato que acatara esta resolución. Pero no contentos con esto, mandaron esta resolución a todos los diputados para que no aprobaran en los distintos parlamentos (autonómicos y estatal), ninguna resolución apoyando el proyecto Sintratel instando al Gobierno a que lo hiciera realidad.

Esta resolución ha tenido más repercusiones negativas para los trabajadores de Síntel. El acuerdo contemplaba que, si no había recolocación, los subsidios de desempleo que estos trabajadores cobraban serían prorrogados; esta resolución ha sido uno de los elementos en los que el Ministerio de Trabajo se ha basado para no prorrogarlos.

Y para rematar la faena, hace algunas semanas, los trabajadores estaban celebrando una asamblea en los locales de su sindicato (la inmensa mayoría son afiliados a CCOO, algunos con más de 20 años de antigüedad ), cuando fueron expulsados por la policía a instancias de la dirección de CCOO.

¿Cómo explicar esta actitud en unos dirigentes de un sindicato de clase?

Pensamos que esta actitud no se puede desligar de la estrategia general, que el equipo de dirección capitaneado por José María Fidalgo viene aplicando desde los últimos años. Son los mismos que pactaron la reforma laboral con el PP, los que se opusieron a la huelga general en Galicia, los que después de la última reforma laboral firmaron el acuerdo de pensiones con el Gobierno de la derecha para darle un balón de oxígeno y los que más recientemente se opusieron a la huelga general de dos horas contra la guerra en Iraq.

Para estos dirigentes mantener la unidad de esta plantilla también va contra sus intereses por que cuestionan totalmente su estrategia, su modelo sindical. También quieren eliminarlos como referente. Fidalgo, que está cada vez más cuestionado dentro del sindicato, quiere deshacerse por todos los medios de estos más de mil afiliados que ponen continuamente en evidencia la bancarrota de su estrategia sindical. En estas condiciones ¿a alguien puede extrañarle que gran parte de las iras de los trabajadores de Sintel se centren en Fidalgo y compañía? Los marxistas no apoyamos la agresión a Fidalgo, pero si denunciamos la campaña que se ha desatado para criminalizar a los trabajadores de Síntel y la caza de brujas interna que estos dirigentes han lanzado contra todos los que estamos luchando contra el modelo de sindicato institucional, desclasado y colaboracionista que quiere imponer Fidalgo. En la manifestación del 1º de Mayo en Madrid gritaban contra Fidalgo los trabajadores de Síntel y el 90% de los manifestantes, reflejando el sentir de la inmensa mayoría de trabajadores de este país hacia su nefasta política sindical.

Seguir la lucha

Hoy más que nunca los trabajadores de Síntel necesitan de nuestro apoyo y solidaridad. Esta tiene que concretarse. El sector crítico de CCOO ha declarado públicamente en numerosas ocasiones su apoyo, al igual que el sector del sindicato enmarcado alrededor del anterior Secretario de Organización de la Confederación, Rodolfo Benito (por ejemplo Javier López, Secretario General de la Unión de Madrid), pero hay que pasar de las palabras a los hechos, empezando por la retirada de la denuncia a la policía contra el trabajador de Sintel, presentada por Javier López. Estos sectores cuentan con multitud de secciones sindicales, uniones comarcales, provinciales e incluso regionales, que le son afines. Es el momento de lanzar una amplia campaña de resoluciones exigiendo a la dirección de CCOO que rompa su alianza con la patronal y el Gobierno y se coloque del lado de los trabajadores denunciando el incumplimiento del acuerdo y presionando para que tanto el Gobierno como Telefónica hagan posible el proyecto Sintratel; no se puede seguir aduciendo temor a represalias para justificar una pasividad que solo ayuda a los que quieren convertir a CCOO en una gestoría. Miles de resoluciones harán imposibles medidas de represión e insostenible la posición de la actual dirección.

Por otro lado pensamos que los compañeros de Sintel deberían ser la punta de lanza de esta campaña de resoluciones. Creemos sinceramente que para conseguir sus objetivos deben romper la alianza que hoy existe entre el Gobierno, Telefónica y la dirección de CCOO. Es evidente que el eslabón más débil de este triunvirato es el sindicato, si los trabajadores de Síntel contactaran directamente con secciones sindicales de todo el estado, uniones locales, provinciales, etc, pidieran la celebración de asambleas para aprobar resoluciones en las que ellos participaran, estamos convencidos que tendría un efecto eléctrico entre miles de afiliados. Además, en estos momentos en los que el aparato de la mayoría de la dirección de CCOO ha lanzado una ofensiva contra Síntel, esta estrategia se ha convertido en fundamental para esta lucha. Si los trabajadores de Síntel no se dirigen de forma amplia y organizada al interior del sindicato, miles de afiliados solo tendrán acceso a la explicación de la actual dirección de CCOO.

Pensamos que los compañeros de Síntel deberían reflexionar más a fondo sobre esta medida.

En todo caso desde El Militante volvemos a reiterar nuestro apoyo a la lucha ejemplar de estos trabajadores y hacemos un llamamiento a todos nuestros lectores y simpatizantes para que apoyemos todos con nuestra presencia las acciones que organicen con el objetivo de alcanzar sus justas reivindicaciones.

8/05/03

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