La actitud de dos diputados elegidos en las listas del PSOE a la Asamblea de la Comunidad de Madrid, ya expulsados del partido, que con su ausencia en el pleno del miércoles día 10 de junio permitieron la elección de un miembro del PP para la preside El móvil del escándalo

La actitud de dos diputados elegidos en las listas del PSOE a la Asamblea de la Comunidad de Madrid, ya expulsados del partido, que con su ausencia en el pleno del miércoles día 10 de junio permitieron la elección de un miembro del PP para la presidencia de dicha institución, ha desencadenado un auténtico terremoto político, causando una gran perplejidad en la sociedad. Pese al escándalo, los dos traidores no han renunciado a sus actas de diputados. Aunque en el momento de escribirse estas líneas no hay ninguna salida absolutamente cerrada, la menos probable es que acabe siendo Simancas el presidente de la Comunidad, que era lo previsto. Sin los dos votos usurpados por Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez la izquierda queda en minoría frente al PP, a pesar de que las elecciones dieron la mayoría absoluta a la suma de los votos de los diputados del PSOE y de IU.

Todo indica que estamos asistiendo a una maniobra descarada y premeditada para evitar que la izquierda gobierne la CAM.

Conviene recordar que de todas las comunidades que estaban en disputa en las elecciones del 25 de mayo, la CAM era la más importante en población, en presupuestos y en repercusión política a escala estatal.

A pesar de que el PP ha insistido por activa y por pasiva en que “ha ganado” en la CAM, en la que gobernaba con mayoría absoluta, lo que hubo realmente fue un cambio a favor de la izquierda. Un dato al que no se ha dado ninguna publicidad es que, precisamente en la CAM, el PP sufrió el segundo retroceso más importante en el ámbito autonómico después de Aragón, perdiendo 4,41 puntos. A pesar de todo, Arenas, hace pocos días, recordaba en TV que el PP ganó en la CAM y que no gobernaría “por la aritmética parlamentaria”, como si la “aritmética parlamentaria” fuera un simple accidente y no expresara, en ese caso, la voluntad mayoritaria del electorado de tener un gobierno de izquierdas. Con ese razonamiento, otro “accidente”, la compra de dos diputados, no hace más que justicia a lo que en realidad ya era un triunfo del PP.

El PP ha tratado de combinar esa táctica, la de decir que “han ganado” aunque los “socialcomunistas” por la “aritmética parlamentaria” no les dejará gobernar, con la de silenciar los verdaderos resultados y eclipsar su fracaso en la CAM con la victoria del PP en el Ayuntamiento de Madrid. De hecho, fue algo más que sospechoso que el recuento electoral de la CAM se retrasase hasta al día siguiente, mientras que en las demás comunidades y ciudades el resultado se conocía a escasas horas del cierre de las urnas y que en la web oficial del Ministerio de Interior dedicada al seguimiento de las elecciones todavía hoy es el día en el que la única Comunidad que no aparece es la de Madrid.

Es como si la táctica del PP, a partir de la noche del 25 de mayo, fuese la de preparar políticamente el terreno para lo que finalmente ha sucedido con los dos diputados.

Según denuncian dirigentes del PSOE, como Rubalcaba, lo que ha habido es un gran “movimiento de cheques” desde el momento en que se sabía que Simancas iba a cambiar la ley del suelo, perjudicando así intereses empresariales del sector inmobiliario. En la misma línea se ha expresado Izquierda Unida.

El País y la Cadena Ser informan hoy de que los dos traidores se alojan en un hotel pagados por un constructor. No hay motivos para poner en cuestión todas esas hipótesis. En todo caso, más allá de quién ha puesto el cheque, lo que parece claro es que ha habido una compra del voto de estos dos corruptos diputados del PSOE y que dicha operación ha beneficiado objetivamente al PP, bajo cuyo gobierno los empresarios y especuladores de la construcción parecen sentirse más cómodos para hacer sus negocios y estafas que bajo un hipotético gobierno de la izquierda.

Está claro que ha sido una operación diseñada a conciencia. A escasos minutos de las votaciones en la Asamblea de la CAM, que resultaron en la elección de un presidente del PP, Tamayo ya estaba desfilando por el plató de Antena 3 y de otros medios, con más protagonismo que la propia dirección del PSOE y de IU, los grandes perjudicados por la maniobra. Con la poca vergüenza que caracteriza a un trepa político que sólo se mueve por dinero Tamayo “argumentó” que su postura sintonizaba con muchos votantes del PSOE que se sentían “socialdemócratas” y que no querían un pacto con IU. ¡Qué desfachatez! En realidad ese argumento es sólo un barniz político para justificar contrapartidas inconfesables. Lo que es evidente es que nadie ha votado al PSOE para que gobierne el PP y eso es lo que están propiciando esos dos mercenarios.

El hecho real y concreto es que dos diputados se han vendido y han cortado, por el momento, la elección de Simancas como presidente de la CAM y la formación de un gobierno de izquierdas. Un “movimiento de cheques” ha usurpado la mayoría absoluta obtenida por la izquierda. Como en cualquier investigación criminal, intentar conocer los móviles es un factor decisivo. ¿Quién está más interesado en impedir que la CAM esté gobernada por una coalición PSOE-IU? ¿Quién se beneficiaría del impacto político de que la CAM volviera a caer en manos de la derecha? Las respuestas se desprenden por sí mismas.

Cómo se alimenta y cómo se combate la corrupción

La siguiente pregunta es ¿cómo es posible que gente de la calaña de Tamayo y Sáez sean diputados de un partido de izquierdas? Los dirigentes del PSOE han tratado de limitar la cuestión a un caso aislado de corrupción. Pero lo que está sucediendo en Madrid es demasiado serio como para no ir más allá.

El grupo al que pertenecían estos personajes era conocido por sus maniobras y la facilidad con la que se vendían al mejor postor. El capo de Renovadores por la Base era conocido, según ahora dicen dirigentes del PSOE, por ser “el hombre del maletín”. ¿Cómo puede ser que gente de ese tipo y con actividades tan ajenas a los ideales socialistas campen a sus anchas en el seno del PSOE? La razón por la que este tipo de “actividades” florecen es por la propia política que durante años y años está llevando la dirección del PSOE. Si se acepta el capitalismo como único sistema posible, y por lo tanto se acepta el móvil del beneficio personal como legítimo y fundamental, ocurren varias cosas: se defraudan las expectativas de cambio que millones de trabajadores han depositado en los socialistas en multitud de ocasiones y se desmotiva a muchos trabajadores y jóvenes a participar activamente en las organizaciones de la izquierda con la consecuencia de que al haber menos participación hay menos control y el caldo de cultivo para la formación de la burocracia y las intrigas de todo tipo de carreristas se acrecienta.

El abandono de la lucha por la transformación socialista de la sociedad, de la ideología socialista, de la presencia en la calle, en las fábricas, en los barrios... y la limitación de la política a la obtención de cargos públicos sin un programa claramente diferenciado al de la derecha en el terreno económico y otros aspectos clave, convierten al PSOE, y también a IU, en una jugosa oportunidad para todo tipo de trepas. Es un escándalo que haya empresarios en organizaciones de izquierdas y más aún que estén en puestos relevantes. No se trata de diferenciar entre empresarios “honrados” y “corruptos” sino de entender qué implicaciones tiene en la política del partido y en su funcionamiento interno el que gente con grandes intereses empresariales estén en posiciones claves.

A raíz de este escándalo tanto por parte de dirigentes del PSOE como de IU han surgido varias propuestas de tipo legal para perseguir los trásfugas y demás. Particularmente, Llamazares, ha hecho una propuesta encaminada a dotar a los jueces de capacidades especiales para combatir ese tipo de corrupción. En nuestra opinión esas propuestas van totalmente mal encaminadas. En realidad la corrupción, tanto legal como ilegal, es parte de la naturaleza del Estado burgués, del capitalismo y de la democracia burguesa. El papel de las organizaciones de izquierdas no es alimentar la idea de la “independencia” de Estado, del “perfeccionamiento de la democracia” y cosas por el estilo que además son una falacia. Su papel debería ser desenmascarar esos mitos que sólo sirven para engañar a los trabajadores y a la juventud.

Muchos dirigentes del PSOE y de IU han expresado su honda preocupación por la credibilidad de las instituciones y de la democracia. ¿Pero a qué tipo de democracia se refieren? Acaso no son los consejos de administración de las grandes empresas y bancos los que deciden los aspectos fundamentales de la vida de los “ciudadanos”, los que deciden echar a miles de trabajadores a la calle, el precio de la vivienda, las leyes, que dictan los gobiernos o los que en el fondo deciden una guerra. ¿Qué tipo de decisión tienen los trabajadores sobre el destino de la riqueza generada con su trabajo?

Claro que los partidos de izquierda, como el PSOE e IU, deben defender los derechos democráticos que son una conquista del movimiento obrero. Pero defender esos derechos requiere denunciar los innumerables vínculos sociales, políticos y económicos entre la cúpula del Poder Judicial, del Ejército, de los “señores diputados” del PP con la burguesía. En vez de alimentar la idea de pureza e independencia del Estado y el poder judicial, apelando a las leyes y a los jueces a que depuren los casos de corrupción en los propios partidos obreros, se debería denunciar los vínculos y corrupciones que se dan en todos los estamentos del Estado para elevar el nivel de conciencia y la participación de los trabajadores y de la juventud, explicando las cosas tal como son.

La corrupción en las instituciones burguesas es inevitable, pero no el las organizaciones obreras y eso no se puede resolver con leyes y jueces sino fortaleciendo la participación y la democracia internas en los partidos y sindicatos, hecho que a su vez está ligado a la adopción de un programa verdaderamente socialista.

Es lamentable que una maniobra que favorece descaradamente a la derecha, como la que estamos viendo en la Comunidad de Madrid, sea un factor de desprestigio para la izquierda. En vez de lanzar propuestas legalistas que no llegan a nadie ni sirven para nada, salvo para que la derecha se regocije, los dirigentes del PSOE y de IU deberían lanzar un compromiso sencillo y claro: todos sus diputados no van a cobrar más de lo que cobra un trabajador cualificado y su gestión va a estar sometida al control de la base del partido y de los electores. ¡Diputado obrero, sueldo obrero! En sí misma esa propuesta tendría un efecto muy importante en el sentido de separar claramente a la izquierda de la corrupción política, pero lógicamente tiene que ir acompañada de un programa concreto y claramente diferenciado de la derecha.

Dar un vuelco a la situación

El escándalo de los dos diputados en la Comunidad de Madrid, que abre para el PP la posibilidad de recuperarla, debe y puede ser utilizado como un hecho que fortalezca aún más las posiciones de la izquierda. Pero para eso hay que pasar claramente a la ofensiva.

¿Qué deberían hacer los dirigentes del PSOE y de IU? En primer lugar denunciar con pelos y señales las relaciones entre las empresas constructoras y toda la trama de la especulación inmobiliaria con los cargos del PP y la política de la Comunidad durante años. Explicar con claridad los intereses de clase que representa el PP; sería interesante, por ejemplo, tener una relación de las actividades empresariales de todos los diputados del PP para que la ciudadanía conozca que sus intereses no son los de “todos los ciudadanos”.

La otra cara del asunto es vincular la campaña contra lo que ha sido un tongo post-electoral con un programa concreto de mejoras sociales que ilusione a los trabajadores y a la juventud, motivándoles a participar con su voto para evitar el triunfo de la derecha. Conseguir esto sólo es posible con un programa que cubra las necesidades más vitales de los trabajadores y la juventud.

Es obvio que la victoria de la izquierda en la CAM hubiese sido mucho más pronunciada si tanto el PSOE como IU defendiesen aspectos como: plan de construcción de viviendas de alquiler con un coste no superior al 10% de los salarios, para cubrir toda la demanda existente. Creación de una red educativa pública de calidad para cubrir toda la demanda existente en todas los tramos y especialidades. Acabar, por ejemplo, con la falta de plazas en los ciclos de formación profesional. Construcción de hospitales para cubrir toda la demanda existente. Todo eso ligado a una idea: la vivienda, la educación y la sanidad no son un negocio, son un derecho.

Sería muy instructivo hacer una campaña explicativa de todos los intereses empresariales privados ligados a estos sectores y que se benefician de fondos públicos. Seria muy instructivo publicar los beneficios de las empresas farmacéuticas, por ejemplo, que reciben fondos del Estado. Un gobierno de la izquierda debería comprometerse a incrementar drásticamente los gastos sociales explicando de donde sacar el dinero, y ejemplos habría en abundancia, empezando por los multimillonarios beneficios de la Banca.

Con un programa en esas líneas, la presión social contra el tongo post-electoral sería brutal, convirtiendo la indignación en una fuerte movilización social. Si, finalmente, la movilización entorno a esa denuncia y a este programa no fuera suficiente para que los dos trepas cedan las actas de diputados que no les corresponde, entonces la izquierda estaría en las mejores condiciones de ganar unas nuevas elecciones, y con mucho más margen, o de hacer la vida imposible al PP en caso de que se lo piense mejor y decida gobernar con el apoyo directo o indirecto de Tamayo y Sáez.

El vivero de votos está en la izquierda, no en la derecha

Algunos dirigentes del PSOE, como Bono, han dado a entender que en la campaña electoral se ha cometido el error de recurrir a la agitación social y que por eso el resultado no fue el que se esperaba, con una victoria más clara de la izquierda. De hecho, la crisis provocada por los dos trepas, ha puesto sobre la mesa la cuestión de qué estrategia seguir a partir del 25 de mayo. Los sectores más a la derecha del PSOE hablan de que el “vivero de votos” está a la derecha, o en el centro, y que hay que moderar la línea del partido, con las implicaciones que eso también tiene en relación con los acuerdos con IU. Está claro que las palabras de Tamayo en el sentido de que el PSOE había girado demasiado a la izquierda tienen con quién conectar dentro del partido. Y ese es el principal peligro. Si, efectivamente, el PSOE en Madrid no pasa a la ofensiva, con un programa más a la izquierda, corre el riesgo de perder unas eventuales elecciones en la CAM, sobre todo por la desmotivación de un sector de los trabajadores y de la juventud que, aparte de no percibir que un cambio en el gobierno de la CAM vaya a significar un cambio en sus condiciones de vida, se vería afectado por el ambiente de que en política todo es corrupción y da igual derecha que izquierda.

El 25 de mayo, a pesar del avance, tímido, de la izquierda, se ha producido un hecho muy claro: la dirección del PSOE y de IU han sido incapaces de trasladar al terreno electoral un clima enormemente favorable para la izquierda en el terreno social, con un ambiente de movilización y de crítica hacia la derecha como hacía muchísimo que no se veía. Ciertamente, ha habido un cierre de filas del electorado de la derecha, pero lo fundamental es que la dirección del PSOE y de IU no han conseguido ilusionar a un sector importante de la juventud y de los trabajadores que el 25 de mayo no fueron a votar. Ese es el primer terreno que hay que conquistar, el de los trabajadores y el de la juventud; luego, con una política social justa y una campaña política seria se podrán ganar a otros sectores, también explotados, pero mucho más atrasados políticamente, que votan al PP. Una participación masiva se podría conseguir si la gente ve que el voto va ligado a una perspectiva de verdadero cambio social y no más de lo mismo, como ha ocurrido en gobiernos del PSOE y de IU en ayuntamientos y comunidades en las que están gobernando, como por ejemplo en Asturias, la única Comunidad Autónoma en la que sube la abstención.

La disyuntiva es clara: si el PSOE e IU van a competir con el PP en ver quién promete más policías y más “eficacia”, la derecha tiene todas las papeletas para salir ganando. Si la izquierda ofrece una alternativa real al problema de la vivienda, de la educación, del empleo, con planes concretos, entonces tiene las de ganar.

También se puede decir de otra manera: si los que van a marcar la pauta en la izquierda, particularmente en el PSOE, es el sector que está reconsiderando el apoyo a la movilización social, o el que día sí día también, nos recuerda lo “bueno” que es Gallardón y su capacidad de gestión, como hizo Leguina unos días antes del escándalo, en un programa matinal de Tele-Madrid, entonces la cosa se pone difícil para la izquierda.

En todo caso lo que es evidente es que existe un potencial para que el ambiente social de lucha que hemos asistido en los últimos meses —y que ahora se reproduce en la masiva lucha del sector del metal en Asturias, por ejemplo— se traslade al terreno electoral, a condición de que las direcciones de los partidos de la izquierda estén a la altura de las circunstancias y ganen la confianza de los trabajadores y de la juventud con un programa y unos métodos de funcionamiento orientados a transformar la sociedad, a acabar con el capitalismo y sus injusticias, a luchar por el verdadero socialismo. Ésta es la batalla que tenemos por delante: hacer de nuestras organizaciones de clase un instrumento de lucha verdaderamente potente y útil. ¡Organízate con los marxistas de El Militante!

12.06.03

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