La noche del 25 de mayo parecía que las elecciones sólo se hubiesen celebrado en Madrid, o por mejor decir, en el Ayuntamiento de Madrid. Aznar salía satisfecho al balcón de Génova para presentar la victoria en Madrid capital como el triunfo definiti La noche del 25 de mayo parecía que las elecciones sólo se hubiesen celebrado en Madrid, o por mejor decir, en el Ayuntamiento de Madrid. Aznar salía satisfecho al balcón de Génova para presentar la victoria en Madrid capital como el triunfo definitivo. A la vez, en una operación perfectamente planificada, se retrasaba el escrutinio de votos de la Comunidad Autónoma de Madrid (CAM), para evitar tener que decir la verdad: eran los peores resultados comparativos de todo el Estado, en las elecciones autonómicas, descontando Aragón (ver cuadro Retrocesos más importantes del PP más abajo).

Esta es una realidad incuestionable. La CAM tendrá un gobierno de izquierdas tras ocho años de mayoría absoluta del PP. Con respecto a 1999, el PP pasa del 51,07% al 46,66% y la suma de los votos obtenidos entre el PSOE e IU del 44,12% al 47,68% (con un aumento del PSOE y un mantenimiento de IU).

Lo primero a tener en cuenta es que las movilizaciones en Madrid sí han tenido efecto. Esta Comunidad y la ciudad ha protagonizado manifestaciones de masas difíciles de recordar y eso sin duda ha empujado a la hora de los resultados, con un importante aumento en la participación. No cabe duda de que el reflejo de las movilizaciones no ha sido automático ni proporcional. Las razones son las mismas que las planteadas en el editorial para entender el voto en todo el Estado. Aunque también es cierto que las últimas movilizaciones, y no sólo las de la guerra, han tenido un efecto superior al resto del Estado.

El hecho de perder la comunidad autónoma más importante de las que estaban en disputa parece como si fuese un detalle secundario. Estamos hablando de 5,5 millones de habitantes y 12.000 millones de euros de presupuesto.

Todo esto se quiere tapar con el importante triunfo de Gallardón en el Ayuntamiento y con el hecho de que las dos poblaciones más numerosas (Móstoles y Alcalá) hayan pasado a manos del PP.

El voto municipal

El voto en la capital tiene dos explicaciones importantes. En primer lugar, la composición social de la ciudad ha ido cambiando, los desorbitados precios de las viviendas han ido empujando a miles de familias jóvenes a los municipios del extrarradio, perjudicando claramente al voto de izquierdas. Por otro lado está la figura del candidato.

Gallardón lleva ocho años gobernando Madrid. Durante esta etapa la oposición a la que ha tenido que hacer frente ha sido pírrica. Desde Leguina en adelante se nos ha presentado a Gallardón como la “otra” derecha. La derecha “moderada, centrista y moderna”. La derecha con la que se puede pactar, en definitiva se nos ha vendido a un gestor honesto y eficaz.

La realidad es bien distinta. Más allá de las formas, su política es la misma del PP en su conjunto. Su gestión sanitaria ha sido desastrosa, aceptando unas transferencias a la baja, no ha arreglado ni un solo problema y la demanda de hospitales no ha sido ni por asomo satisfecha (ha habido movilizaciones vecinales masivas por un hospital en Latina, otro en Parla, el paso a uso civil del hospital militar Gómez Ulla, etc.). Su modelo de gestión, el hospital de Alcorcón —privatización mediante fundaciones—, ha sido un fracaso, pues esa filosofía sólo ha llevado a innumerables problemas derivados de un mal servicio provocado por la falta de personal y la temporalidad del mismo. De hecho, el PP ha perdido el Ayuntamiento de Alcorcón, reflejando en parte esta situación.

En educación la privatización ha continuado de forma imparable. El papel patético de la oposición se puede apreciar aquí, cuando todas las organizaciones educativas de izquierda (a excepción del Sindicato de Estudiantes) aceptaron firmar con el PP un pacto escolar, que ha demostrado su fracaso y que no ha impedido el avance de la escuela privada.

Incluso su proyecto estrella, la ampliación del metro a las ciudades del sur, ha dejado sin metro importantes núcleos de población obrera como Villaverde, pero poco se ha hablado de esto.

Pobre campaña de la izquierda

Sin embargo, esta gestión no le ha pasado factura en la lucha por la alcaldía. Y es que la campaña de la izquierda ha sido extremadamente pobre, centrada en aspectos como la seguridad ciudadana, que para el PSOE parece ser el problema más importante, donde los candidatos pugnaban por ver quién era el que ofrecía más policía, llegando IU a proponer la creación de una policía autonómica. En este terreno siempre va a salir ganando la derecha. La propuestas en vivienda o empleo, han sido tímidas o nulas, imposibilitando ilusionar a miles de votantes y haciendo aparecer a Gallardón como un gestor coherente, preocupado por la creación de empleo.

Este elemento personal se ve claro cuando se analiza el voto en el municipio de Madrid. Gallardón saca 43.000 votos más que Aguirre, o dicho de otra forma 43.000 madrileños votaron a Gallardón y luego no votaron al PP a la Comunidad.

En cuanto a otras poblaciones importantes que pasan a manos del PP, son un reflejo de la crisis del reformismo y su gestión. En Móstoles, con un Ayuntamiento en manos del PSOE sometido a algún escándalo de corrupción, el PP gana por 300 votos, sufriendo un voto de castigo la izquierda, expresado en los más de 4.000 votos que obtienen las dos candidaturas verdes y que, al no obtener concejal, favorecen al triunfo del PP.

En otras localidades, como Leganés, vemos también un voto de castigo al alcalde socialista, que ha impuesto una reaccionaria tasa de basura, que grava igual a todos, rechazada finalmente por los tribunales. Un alcalde que ha estado enfrentado de forma continua a los propios trabajadores municipales. En este municipio el descontento lo recoge IU, que experimenta una subida.

En el otro extremo vemos como en Parla, un alcalde que ha estado a la cabeza de la movilización por la construcción de un hospital, ayudando a la organización de una manifestación que sacó a la calle a más de 40.000 parleños hace ahora una año, saca un 76% de voto para el PSOE.

¿Y ahora qué?

En estos momentos se negocia la formación de un gobierno PSOE-IU. Simancas, el próximo presidente regional ya ha dejado claras sus prioridades: seguridad, cultura, desarrollo, derechos sociales y profundización democrática. Parece que se le olvidado mencionar vivienda, sanidad, educación y empleo. También anuncia moderación y mano tendida al PP, y en educación advierte que no tocará un solo concierto con la escuela privada.

Piensa renegociar con Aznar las transferencias, al fin y al cabo el gestor Gallardón le deja una CAM endeudada en 6.043 millones. ¿Qué pasará cuando Aznar le de un corte de mangas? ¿Se conformará y no invertirá con la excusa del endeudamiento?

Desde luego, por el camino anunciado como prioritario defraudará y le seguirá haciendo el juego al PP. Parece que la lectura del 25-M es más giro al centro.

Izquierda Unida, en vez centrar toda su batalla en negociaciones con el fin de obtener un mayor o menor número de Consejerías debería defender un programa socialista totalmente diferenciado al esbozado por Simancas, sin que eso signifique dejar de garantizar que el PP no forma gobierno en Madrid.

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