En las noticias de la televisión, la radio o los diarios aparecen a menudo los desembarcos de pateras con inmigrantes venidos de África, por supuesto siempre acompañados luego de alguna noticia sobre el incremento de la delincuencia y la inseguridade En las noticias de la televisión, la radio o los diarios aparecen a menudo los desembarcos de pateras con inmigrantes venidos de África, por supuesto siempre acompañados luego de alguna noticia sobre el incremento de la delincuencia y la inseguridad en las calles.

No me llames extranjero, traemos el mismo grito,

El mismo cansancio viejo que viene arrastrando el hombre

Desde el fondo de los tiempos, cuando no existían fronteras,

Antes que vinieran ellos, los que dividen y matan,

Los que roban, los que mienten, los que venden nuestros sueños,

Los que inventaron un día, esta palabra, extranjero

Rafael Amor, cantautor latinoamericano.

En las noticias de la televisión, la radio o los diarios aparecen a menudo los desembarcos de pateras con inmigrantes venidos de África, por supuesto siempre acompañados luego de alguna noticia sobre el incremento de la delincuencia y la inseguridad en las calles. Casualmente nunca explican exactamente a qué se debe este fenómeno, mejor dicho… ¿Por qué esta gente se ve obligada a llegar a estos extremos cuando juegan con su vida para buscar un futuro mejor? A lo sumo los especialistas dirán “es que vienen de un país azotado por la pobreza, la violencia, dictaduras, etc...” Pero realmente ¿cuál es el origen de todos estos males que a simple vista pareciera que azotan solamente a estos seres extraños del Tercer Mundo que vienen a invadir los países más desarrollados?

Fronteras para

los trabajadores

Nos hablan en todos los medios sobre la llegada del siglo XXI, la era de la globalización. Pero nunca antes en la historia de la humanidad las fronteras estuvieron tan custodiadas, tan vigiladas y cercadas para los seres humanos. Sin embargo no existen fronteras para los negocios de las multinacionales que penetran en cualquier país en complicidad con el gobierno de turno para explotar sin distinción de raza, pero fijándose bien cuán barata es la mano de obra o cuántos beneficios les dan esos terrenos sin impuestos, regalados por el gobierno para “incentivar a economía”. Después, cuando los números no cuadran se largan despavoridos dejando un tendal de miseria, desocupación, contaminación, etc.

Por ejemplo, el gobierno del Partido Popular defiende concretamente los intereses de multinacionales como Repsol o Telefónica, que en Latinoamérica amasan fortunas de miles de millones de dólares, explotando y exprimiendo a millones de trabajadores con salarios de hambre. Luego estos mismos señores lloran, gritan y patalean por crisis económicas como la de Argentina, de las que ellos y su sistema económico son los únicos responsables. Finalmente critican la cantidad de inmigrantes que cada día llegan al país en busca de un futuro más digno; hablan sobre la inseguridad que va en aumento, que no hay sitio para todos y que deben “cerrar el grifo para evitar abusos”. Claro que esto sólo se refiere a “los extranjeros” pobres; si eres rico como el rey de Arabia Saudí, no habrá ningún problema para cruzar la frontera, sea cual sea tu raza, tu color o tu religión.

En una manifestación contra la Ley de Extranjería comencé a discutir con un señor sobre la llegada masiva de inmigrantes. Me dijo: “…esto es como una casa, ¿usted dejaría entrar extraños a su casa?” Este es el tipo de ideas que la clase dominante difunde entre la mayoría de la sociedad y a los que los dirigentes sindicales y de la izquierda no dan una respuesta seria, permitiendo que estos prejuicios afecten también a amplias capas del movimiento obrero. Recuerdo a mucha gente en mi país que criticaba a los inmigrantes que “vienen a quitarnos el poco trabajo que tenemos”. Luego muchas de estas personas se encontraron en la misma desesperante situación: huir para sobrevivir, para tener una vida digna, mejores condiciones económicas y sociales, más posibilidades para el futuro…

Sin derechos

La realidad es que a la mayoría de los inmigrantes ilegales no les alcanza con un trabajo, entonces tienen dos o incluso tres trabajos a la vez para llegar a cobrar un sueldo normal. No podemos sindicarnos ni protestar. No existe la paga extra ni las vacaciones. Las horas extras se pagan igual y en la mayoría de los casos ni se reconocen. No existen los contratos ni la Seguridad Social. Solamente se reconocen derechos mínimos como la Tarjeta Sanitaria o el acceso a la educación, pero están limitados.

Como podrán imaginarse ni siquiera uno de nosotros venimos con la intención de vivir de esta forma. Nos imponen estas condiciones, nos ofrecen sin opción el ser explotados de la forma más salvaje e impune. Por eso nos encontramos entre la espada y la pared: el pasado miserable o el futuro indigno. Estas situaciones llevan a la desesperación, a marginarse socialmente al estar marginados económicamente, a buscarse la vida como sea, también a buscar salidas “fáciles” que llevan hacia la delincuencia, la prostitución… y que, además de salidas peligrosas y humillantes, sirven para seguir alimentando los prejuicios y el rechazo hacia los extranjeros. A pesar de que es evidente, parece que algunas veces es necesario explicar que cuando te ves obligado a emigrar, abandonando familia, amigos y compañeros, no lo haces para delinquir al país que vas. Muy al contrario. Emigras en busca de un trabajo digno que te permita olvidar el hambre, tener una vivienda, educación, sanidad... tener un futuro. No dejas tu casa y tu familia para jugarte la vida al servicio de mafias o proxenetas que se aprovechan de tu situación desesperada.

Por otro lado... ¿qué hacen las organizaciones de la clase obrera? Los sindicatos (CCOO, UGT) no reconocen en absoluto a los sin papeles y evitan el trato personalizado para resolver problemas con los trámites. Además juegan con la total desinformación que circula abiertamente por los pasillos de las oficinas de extranjería. Los dirigentes de los partidos políticos de la izquierda (PSOE, IU) realizan debates interminables sobre la “evolución” de la reaccionaria Ley de Extranjería y no explican los orígenes del fenómeno migratorio: la propiedad privada de los medios de producción y las fronteras nacionales. Así resulta que en lugar de organizar una lucha seria contra la explotación que sufrimos, unificando nuestras reivindicaciones y luchas con el resto de nuestros hermanos de clase, dedican su tiempo y esfuerzo a explicaciones éticas sobre lo “malo” e “inmoral” que es el racismo, dejando sin respuesta las mentiras y las ideas reaccionarias que difunde la burguesía a través de sus medios de comunicación.

La cuestión es que el capitalismo se ha desarrollado a nivel mundial y nadie está a salvo de este problema generado por el sistema de libre mercado, de libre competencia, de libre comercio. Libertad para todo menos para los que producimos la riqueza del mundo, los trabajadores. No tenemos libertad para decidir qué hacer con toda esa riqueza, no tenemos libertad para movernos por el mundo, para elegir el lugar donde vivir, para desarrollarnos como seres humanos. En cambio, una pequeña minoría de privilegiados decide por todos nosotros. Luego los capitalistas y sus gobiernos nos acusan constantemente de mentirosos, invasores y ladrones cuando son ellos los que mienten en los medios, invaden Iraq masacrando a miles de seres humanos por el control del petróleo y saquean cualquier materia prima fundamental para que su máquina de beneficios siga funcionando.

Unidad de clase

Por supuesto los inmigrantes se organizan en asociaciones para luchar y conseguir que se les reconozcan derechos, para mejorar sus condiciones, para que se anule la Ley de Extranjería, etc. Esta lucha, totalmente necesaria, para mejorar nuestras condiciones de vida, tenemos que enlazarla con la lucha de nuestros hermanos de clase en este país y en todo el mundo, contra la explotación y a favor de la propiedad colectiva de los medios para producir la riqueza necesaria para vivir dignamente, bajo el control democrático de la clase obrera.

Sólo así se podrán eliminar las condiciones materiales que originan la desigualdad, la pobreza, la miseria, la inmigración en masa, la marginación, el racismo, la desesperación, la delincuencia. Esto es lo que deberían hacer los dirigentes del PSOE e IU, de los sindicatos CCOO y UGT y de las asociaciones de inmigrantes. Los inmigrantes debemos organizarnos en los sindicatos y organizaciones de la izquierda para llevar a las mismas nuestra voz, nuestra problemática, nuestras reivindicaciones. Debemos explicar que la división entre inmigrantes y trabajadores “del país” sólo favorece a los empresarios y debemos unir nuestras demandas, vinculándolas con las demandas de los trabajadores europeos para mantener sus conquistas y avanzar en la lucha contra el capitalismo.

Sergio Santillán

Inmigrante argentino

banneringles

banneringles

banner

banner

banner

banneringles

banneringles

bannersindicalistas

bannersindicalistas