Me llamo Claudia Muñoz y soy la representante de los alumnos del IES Josep Iborra de Benissa, en Alicante. Hace dos semanas, todos los alumnos de este instituto, que tenemos como aulas barracones, nos hartamos de tener que soportar innumerables goterMe llamo Claudia Muñoz y soy la representante de los alumnos del IES Josep Iborra de Benissa, en Alicante. Hace dos semanas, todos los alumnos de este instituto, que tenemos como aulas barracones, nos hartamos de tener que soportar innumerables goteras y demás desperfectos, por lo que llamamos a la prensa y a la radio local. Esta iniciativa pareció que había dado resultado, ya que a los pocos días el director me aseguró que los problemas de filtraciones de agua se habían solucionado. Pero quién iba a sospechar que no era así... Hoy, jueves 20 de noviembre, después de una terrible noche en la que no ha parado de llover sobre Benissa, hemos llegado, como todos los días, a las 8:15 de la mañana a nuestras clases y, para sorpresa de todos, éstas se encontraban inundadas. Por esta razón, los delegados hemos dicho “basta” y hemos decidido que el recoger el agua con fregonas y cubos se ha acabado. Hemos subido al hall del instituto todos los alumnos de los barracones, esperando la llegada del director, para pedir explicaciones. Al ver que éste no llegaba, hemos hecho un manifiesto y decidido que los alumnos de las aulas prefabricadas no vamos a entrar a ninguna clase hasta que las condiciones no sean dignas.

Al principio todo parecía ir sobre ruedas, los distintos periódicos han venido para cubrir la noticia y la radio ha sido informada, pero en eso que ha llegado el señor inspector. Tras reunirse él y el director, han salido del despacho y al llegar al hall, que se encontraba repleto de alumnos y profesores bastante enojados por la situación, el director me ha presentado como la representante de los alumnos. Empezamos a discutir en mitad del hall; mejor dicho, el inspector ha estado hablando mientras yo callaba, y cuando he podido contestarle y contarle la opinión de todo el alumnado, me ha mirado y me ha dicho con palabras textuales: “No me importa tu opinión”. En esos momentos, como le hubiera pasado a cualquier persona, me dieron ganas de contestarle de alguna forma indebida o de meterle un sopapo, pero no, no quería rebajarme a su nivel, por lo que he decidido acompañarles (al director y al inspector) para que vieran el estado de las aulas. Durante todo este trayecto he ido contando al inspector cómo estaba la situación, pero parece que el hombre no lo entiende, y cada vez que entrábamos en un aula en la cual las goteras eran visibles, él me contestaba “el agua no es debida a las goteras, sino que los alumnos os dejáis las ventanas abiertas”. Pero no sólo han sido estas sutiles respuestas las que he tenido que soportar, aquí van unos pequeños, pero clarificadores ejemplos: “claro, tú sólo sabes lo que te interesa”, “en la ventana no hay agua, porque el suelo sufre un pequeño desnivel de tres grados” (todo esto sin aparatos de medición, claro está). Y así podría estar hasta un largo etcétera. Menos mal que al llegar de nuevo al edificio de ladrillos, he podido ver el apoyo de profesores y alumnos, que, al igual que yo, estaban molestos por la respuesta a mi opinión, y que habían hecho una pancarta en la que se podía leer “Al señor inspector no le importan los alumnos”.

Con esto, me gustaría que quedara patente, y que todo el mundo supiera, si es que aún queda alguien que no lo sepa, que España no va bien, la educación pública es un desastre, y los cargos de Educación se dedican a faltar al respeto al alumnado, a personas que en ningún momento le han puesto mala cara o le han dicho una palabra fuera de lugar. Desde aquí, quiero hacer público mi desagrado acerca de este modelo educativo. Ya está bien, luchemos por una educación digna, para todos.

Claudia Muñoz

SE · Benissa (Alicante)

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