Cristina Cifuentes falsificó sus notas de máster en la Universidad Rey Juan Carlos. Así de claro. No iba a clase, no hizo un trabajo de fin de máster, no lo defendió el 2 de julio de 2012 y ningún tribunal evaluó ese trabajo. Cristina Cifuentes no sólo falsificó sus notas sino que también falsificó el acta de la defensa de su TFM y las firmas que en ella aparecían. ¡Es un escándalo mayúsculo! Precisamente la que hasta hace poco se autoproclama como la campeona de la lucha contra la corrupción resulta ser la campeona de la corrupción.

A pesar del tamaño gigantesco de esta mentira no podemos sorprendernos demasiado por este tipo de comportamientos viniendo de donde vienen. El Partido Popular es un partido completamente podrido que actúa, en todos los ámbitos, como si estuvieran dirigiendo su cortijo particular. Hacen lo que les viene en gana y se sienten además en su pleno derecho a hacerlo sin, por supuesto, esperar ninguna consecuencia. Ni consecuencias legales ni políticas. Nada de nada. Se han acostumbrado a la gran impunidad de la que disfrutan. Sólo así se entiende que un partido con más de 900 imputados por corrupción siga al frente del gobierno como si nada. Y además lo hacen sin el menor rubor. Sin ir más lejos esta mañana el ministro de Justicia, Rafael Catalá, hacía una defensa apasionada de Cristina Cifuentes. ¡Menudo ministro de justicia! Él, que está encantado con enviar a raperos y tuiteros a la cárcel, pedía respeto a la presunción de inocencia de Cifuentes. ¡Qué repugnante! Así funcionan ellos. ¡Esa es su justicia y su democracia!

Son unos auténticos sinvergüenzas que nos muestran con sus corruptelas cómo las cosas no son iguales para todos. ¡Claro que no! Ellos y ellas que nos hablan de la cultura del esfuerzo, los que quieren imponernos reválidas franquistas para “elevar la calidad”, los que han expulsado a diez mil estudiantes de la universidad por no tener dinero, los que castigan a los estudiantes sin recursos exigiéndonos mejores notas para poder obtener becas, los que vetan el acceso a los estudios superiores a la mayoría de los jóvenes de familias trabajadoras son los que luego, a golpe de talonario y con sus influencias en la sombra, se sacan másters sin pisar el suelo de la facultad. ¡Qué hipócritas!

Desde el Sindicato de Estudiantes exigimos la dimisión inmediata de Cristina Cifuentes, y también la dimisión del rector de la URJC así como de todos los implicados en este repugnante episodio de corrupción.

¡Fuera corruptos de la universidad pública!

¡Cifuentes dimisión!

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