A finales de enero, los trabajadores de las compañías auxiliares de servicios (pintura, andamiaje, chorreo) en Izar-Ferrol comenzaron una huelga indefinida, que a través de la acción de los piquetes se extendió al resto de subcontratas presentes en e(C. Ejecutiva CCOO Izar-Ferrol)

A finales de enero, los trabajadores de las compañías auxiliares de servicios (pintura, andamiaje, chorreo) en Izar-Ferrol comenzaron una huelga indefinida, que a través de la acción de los piquetes se extendió al resto de subcontratas presentes en el astillero, como medida de presión para obligar a los empresarios a negociar un acuerdo de mínimos para las condiciones laborales de las 18 compañías de servicios presentes actualmente en los astilleros de Fene y Ferrol.

Las indignas condiciones de trabajo (salarios de apenas cien mil pesetas, jornadas "flexibles" de doce, catorce o las horas que haga falta, ausencia de medidas de seguridad, etc.) han motivado en los últimos años diversos conflictos espontáneos, dado que aunque los sindicatos denunciaban la situación, después no había iniciativas sindicales para corregirla. En julio del año pasado hubo otra huelga que dio lugar en el otoño a un primer acuerdo de mínimos, pero sólo para las empresas de aceros (armadores, soldadores, etc.). Sindicalmente fue un error acometer separadamente la negociación de aceros y servicios, así como no implicar desde un principio a los trabajadores de Izar –para empezar cortando absolutamente las horas extras– para paralizar de verdad la producción, que en definitiva es nuestra mejor baza. A lo mejor se hubiese tardado más en conseguir un acuerdo, pero hubiese sido más firme.

El planteamiento sindical fue que el acuerdo en aceros facilitaría la posterior negociación con las empresas de servicios, con empresarios más reticentes. En enero, varios de estos empresarios seguían igual de reticentes, negándose a negociar con los sindicatos. Tras varios paros de dos horas, el simple anuncio de que estaban dispuestos a negociar llevó a los sindicatos a proponer en una asamblea la vuelta a la normalidad... ¡horas extras incluidas! Esta propuesta fue rechazada en una conflictiva asamblea que derivó en la huelga indefinida. Llegados a este punto, los dirigentes sindicales amenazaron con desentenderse del tema hasta que se abandonara la huelga indefinida, y de hecho ¡abandonaron la mesa de negociación con los empresarios! Tras ocho días de huelga indefinida, tuvieron que acceder a volver a negociar y asegurar que progresivamente se implicaría en las medidas de presión al personal del resto de compañías y de la empresa principal.

El 26 de febrero, en vísperas de una botadura que contaría con la presencia del Rey, se llegó a un acuerdo que asume fundamentalmente incrementos salariales y adecuar parcialmente las jornadas de compañías a la de Izar. Pero este acuerdo puede ser un simple parche para permitir salvar la botadura. Algún empresario ya anunció a sus trabajadores que no lo cumpliría, por no hablar de la limpieza que algunos están haciendo en sus plantillas, o que ocurra lo mismo que con muchos trabajadores de aceros, que los mandaron para casa para volver a contratarlos con una categoría (y por tanto salario) más baja.

Empresarios contra trabajadores

El problema de fondo es la precariedad, de la que es responsable la propia dirección de Izar, con su política de reducir la plantilla propia y apostar por la subcontratación, que abarata enormemente los costes laborales. La connivencia entre la dirección de Izar y los empresarios de compañías es absoluta, como demuestra que las tareas subcontratadas de los trabajadores en huelga fueran realizadas por personal de Izar a base de horas extras sin que el Comité de Empresa hiciese nada o que se impidiera la entrada en el astillero a los huelguistas. Por tanto, los trabajadores de Izar también tenemos que presionar a nuestra Empresa para que sea parte de ese convenio de mínimos.

Mientras no se reduzca drásticamente la precariedad, (más del 90% en algunos casos) a través de imponer un porcentaje máximo de eventuales y la creación de "bolsas de trabajo", los trabajadores de compañías tendrán muy difícil defender sus derechos. Porque el primer requisito para defender sus intereses como trabajadores es que estén organizados. De hecho, los sindicatos deberían impulsar una coordinadora de compañías como una especie de comité intercentros, para discutir los temas en común, unificar posturas, etc.

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