Cartas a la redacción

Sr. Director:

En El País del pasado domingo 2 de mayo, en una página entera (página 64) dedicada a la celebración del día de los trabajadores y firmada por Carmen Parra, se dice textualmente: “Unas decenas de personas de la antigua plantilla de Sintel pretendieron repetir el protagonismo del año pasado cuando agredieron e hirieron al líder de CCOO...”.

Constato una vez más la ligereza, la frivolidad con la que se “despacha” alegremente el tema de Sintel. Es, cuando menos faltar a la verdad, afirmar que [los trabajadores de Sintel] “agredieron e hirieron al líder de CCOO”. Como todo el mundo sabe y vio con sus propios ojos, fue exclusivamente un solo miembro de la antigua plantilla de Sintel quien agredió e hirió a Fidalgo. Repito, un solo trabajador, es decir, la excepción que confirma la regla. Porque en la larga y encomiable lucha de estos trabajadores, la regla fue siempre una ejemplar lucha pacífica; reivindicativa, pero absolutamente paciente y pacífica. Ni los propios compañeros del trabajador en cuestión ni tampoco los servicios de orden pudieron evitar esa desafortunada agresión, totalmente condenable pero absolutamente comprensible.

No soy trabajador de Sintel, sino empleado “de cuello blanco” al servicio del Estado. Pero me siento tan humillado y ofendido como ellos ante la persistencia como si tal cosa, como algo “normal” de esta campaña de difamación contra un colectivo de trabajadores que han protagonizado una lucha durísima, pacífica y ejemplar. No se puede criminalizar a todo un colectivo por la actuación desesperada de uno de sus miembros, exclusivamente uno y a título personal (¿Se haría lo mismo, por ejemplo, con toda la Guardia Civil por el “caso Roldán”, o con el Banco de España por el “caso Mariano Rubio”?). Yo, como Saramago (salvando todas las distancias) y como tantos miles de ciudadanos y ciudadanas, entregué mi solidaridad a esos trabajadores y a sus familias, y me siento uno más en la reivindicación de la justicia que se les debe. El pasado 1 de Mayo, y junto con muchas otras personas de toda clase y condición, yo también grité en la Puerta del Sol “¡Dónde están, no se ven, los contratos de Sintel!”.

El excelente documental La mano invisible, de la directora Isadora Guardia, trasluce la radiante verdad de estos trabajadores, pero ha sido convenientemente boicoteado por esa larga mano invisible. ¿Habremos de esperar idéntico boicot contra el documental Alzados del suelo, que se estrena el 7 de mayo (El País, 30 de abril de 2004, página 52)? José Saramago, que presta su voz a la lucha de Sintel en ese documental, dice: “Tienen mi solidaridad para mañana y para pasado mañana. Dudo si cuando se trata de una lucha como ésta, la ciudadanía está totalmente despierta. Alrededor de Sintel se ha levantado una muralla de silencio para axfisiar la lucha y eso es muy grave. [La reivindicación de Sintel es] justa y una lección de dignidad a España y Europa”.

No sólo se ha levantado una muralla de silencio, sino también un enorme muro de mentiras.

Luis Portillo Pasqual del Riquelme

Madrid  

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