Como era previsible tras el 14-M, el convenio del Grupo Izar tuvo un fin rápido. Un año de lucha y, sobre todo, el anuncio de otra reconversión han pesado en el ánimo de los trabajadores, que pensaron que era mejor cerrar el capítulo del convenio.Como era previsible tras el 14-M, el convenio del Grupo Izar tuvo un fin rápido. Un año de lucha y, sobre todo, el anuncio de otra reconversión han pesado en el ánimo de los trabajadores, que pensaron que era mejor cerrar el capítulo del convenio.

El contenido del convenio, cuya vigencia será 2003-04, no es ninguna maravilla. El incremento salarial es del 2´3% y 2´2% respectivamente, hay algún pequeño retroceso (se pierden 45 plazas de ascenso en las factorías militares en el segundo año) y nos quedamos lejos de lo que reivindicábamos en la compensación por IPC para las factorías civiles y en la homogeneización salarial para las militares.

Pero lo más negativo son los aspectos sindicales. Se pierde la cláusula de revisión salarial, no se consigue una prórroga de la garantía de mantenimiento del nivel de empleo y de todos los centros de trabajo, y se aceptan nuevos expedientes de regulación de empleo, de los que sólo queda pendiente fijar la duración y el número de trabajadores afectados. Además, el convenio se zanjó a través de una mediación.

La verdad es que los dirigentes sindicales se apresuraron a aceptar lo primero que les pusieron encima de la mesa, sin ni siquiera anunciar una posible reanudación de las movilizaciones para tantear la respuesta del nuevo gobierno.

No es un buen convenio, pero las circunstancias, tanto particulares como generales, pesaron mucho entre los trabajadores. Las primeras fueron la duración de la lucha, que siempre provoca un desgaste natural (y más aún cuando los dirigentes sindicales se equivocan, como pasó en Ferrol, donde al inicio plantearon una perspectiva de que el convenio se negociaría en un par de semanas, lo que condujo a errores en la estrategia y a que transmitiesen ¡hasta en cuatro ocasiones! la expectativa de la firma del convenio). La realidad demostró que estábamos ante un conflicto durísimo que necesitaba de una movilización intensa implicando a todas las auxiliares y uniendo en la lucha a todo el Grupo.

Las circunstancias generales fueron la expectativa que abrió el cambio de gobierno y el aluvión de noticias sobre la actual situación de los astilleros a raíz de la multa de más de 300 millones de euros (más de 50.000 millones de pesetas) que la Comisión Europea impuso por las ayudas ilegales concedidas por el gobierno del PP a Izar, multa que fue interpretada por los trabajadores como el anuncio de una nueva reconversión.

En estas circunstancias, los trabajadores han aceptado el nuevo convenio. Pero esto no quiere decir que se dé por buena la forma en que los dirigentes sindicales llevaron la negociación y la lucha, ni tampoco que se vaya a aceptar sin más una nueva reconversión que suponga más pérdidas de empleo.

El triunfo electoral del PSOE fue el resultado de la enorme movilización contra el PP que llevamos a cabo los trabajadores y la juventud, también los de los astilleros, que el 5 de marzo, nueve días antes de las elecciones generales, nos manifestábamos masivamente en Madrid.

La primera medida del nuevo gobierno en el conflicto fue suspender la sanción de 10 días de suspensión de empleo y sueldo impuesta por el PP a todo el comité de empresa de Izar-Ferrol, sanción a la que, por cierto, los dirigentes sindicales no respondieron ni de lejos como tamaña agresión requería.

Pero ahora, los últimos acontecimientos indican que el ministro Solbes y su equipo económico pretenden seguir la estela de otro ministro del PSOE, Carlos Solchaga, que ya en su día anunció que la reconversión sería permanente.

El primero en hablar fue el nuevo secretario general de Empleo, que anunció implícitamente el cierre de factorías: “Es mejor no pensar cuál va a ser la planta que cierre, ni cuántas, ni dónde, sino centrarse en un futuro viable para Izar (...) Y no es posible abordar este proceso cerrando los ojos”. Y como no debió quedarse satisfecho, añadió: “Los socialistas ya afrontamos una reconversión con éxito y estamos en disposición de sacar esto adelante” (La Voz de Galicia, 14/5/04).

De hecho, la prensa económica calificó al nuevo presidente del Grupo Izar, Juan Pedro Gómez Jaén, nombrado el 21 de mayo por el Consejo de Ministros, como un “experto en reconversiones” y habla de una reducción del 40% de la plantilla y el cierre (“concentración”, le llaman) de la mitad de las factorías (Sestao, Gijón, Fene, Sevilla y Cádiz).

Si finalmente los tiros van por ahí, y desgraciadamente todo parece indicar que es probable que vayan, estaríamos ante una reconversión como las anteriores y una continuación de la política del PP en este terreno, es decir, ante una auténtica declaración de guerra por parte de los responsables económicos del nuevo gobierno a todos los trabajadores del sector naval.

A pesar de todas las promesas y, en algunos casos, los anuncios de reindustrialización de los últimos veinte años, los astilleros siguen siendo la única industria en algunas de las comarcas donde está radicada Izar. La experiencia demuestra que no podemos permitir más destrucciones de empleo, que hay que defender las empresas que existen porque no habrá otras. Si en el Gobierno prevalece otro enfoque, los trabajadores tendremos que salir de nuevo a la lucha para defender el futuro de todos los empleos y centros de trabajo.

Xaquín García Sinde

Comisión Ejecutiva CCOO Izar-Ferrol

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