En enero de 2002, coincidiendo con la entrada en circulación del euro, el gobierno del PP, en plena campaña de “España va bien”, cambió el método de medición del IPC. Este nuevo método produjo resultados sorprendentes: ¡los precios, al cambiar al eurEn enero de 2002, coincidiendo con la entrada en circulación del euro, el gobierno del PP, en plena campaña de “España va bien”, cambió el método de medición del IPC. Este nuevo método produjo resultados sorprendentes: ¡los precios, al cambiar al euro, bajaron! No se trata de que las mediciones estuvieran mal hechas, es que el método en sí, es fraudulento.

Ya en su momento se denunció que el cambio del método enmascararía la subida debida a la entrada del euro. Pero las trampas no acaban aquí. Aparte de trucos como incluir las rebajas, se cambiaron la ponderación que en el índice final tenían los productos básicos y de más consumo, los que constituyen el grueso del gasto de familias trabajadoras. Así la percepción de que la entrada del euro encareció la vida de forma significativa, quedaba “desmentida” por la “verdad objetiva” de los números.

Decenas de estudios de las organizaciones de consumidores, de consultoras, de artículos de prensa económica, desmentían el IPC. Pero este IPC oficial sigue siendo el único válido para calcular subida de pensiones y salarios. Cualquier economista serio sabe que es irreal. Incluso para el cálculo de el incremento del PIB, las estadísticos oficiales toman un dato de inflación distinto al IPC.

Ficción oficial y cruda realidad

Podíamos citar decenas de estos estudios. Por ejemplo, en un estudio de El Periódico, publicado el 8 de marzo, se destaca que mientras el IPC oficial sube desde 2002 un 9,4%, en una cesta compuesta por 43 artículos básicos, sólo seis de esos artículos habían bajado de precio, la mayoría habían subido entre un 20% y un 30%, y diez más del 30%. El aceite oliva subió un 52,7%, una docena de huevos un 28,9%, la merluza un 32,4%, las lentejas un 57%, la ternera un 25%, la leche un 32%, el pan un 125% y las patatas un 43%.

Se podía argumentar que otros productos han bajado, como la telefonía móvil, los viajes en avión, electrodomésticos, etc. Pero aparte de que el peso de estos productos en el IPC esté inflado, si los productos básicos suben por encima de la media, a las familias obreras les queda menos dinero para otros gastos, con lo que de ninguna manera aumenta su poder para gastar en productos no básicos. Y al contrario, para las rentas de los ricos, que gastan un porcentaje muy bajo en productos básicos, supone un aumento mayor de su poder de compra. De esta forma, no solo hay que medir el IPC, sino también como afecta a las rentas más bajas.

La mayoría de estudios señalan que las oscilaciones de precios, producidas por las heladas o la crisis de las vacas locas, son aprovechadas para subir los precios, rompiendo la barrera de lo que se considera el precio normal asumido por los consumidores, sin que después vuelven a su precio original.

El gobierno del PP se negó a imponer controles previos a la puesta en circulación del euro, argumentando la defensa del libre mercado y que los “consumidores castigarían a los que encarecieran los precios”. Pasados tres años la estafa se ha consumado. La inflación que soportan los trabajadores es el doble de la oficial.

En este estudio no se considera el precio de dos gastos básicos que también han subido por encima de la media: en transporte y vivienda.

La ‘desaceleración’ de la vivienda

Los eufemismos referentes a la subida de la vivienda son indignantes. A parte de la subida de alquileres, podemos leer en la prensa que el precio de la vivienda se ha “desacelerado”. Cuando entramos al detalle no es que la vivienda vaya a bajar en breve, significa que no va a subir un 17% como en el 2004 —cinco veces el IPC—, sino que se prevé —en base al incremento del 3% en el último trimestre—una subida “sólo” de un 12% para el 2005. En esto consiste la “desaceleración”: en que el precio de la vivienda sólo suba cuatro veces por encima del IPC.

El gobierno del PP empleó esta falsificación de datos para enmascarar su política antiobrera. Un año después de la victoria del PSOE ha llegado la hora de que el gobierno se deje de grandes declaraciones e intenciones y pase a la acción rompiendo con la política económica anterior.

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