El capitalismo siempre se supera a sí mismo. Siempre busca —y encuentra— los “agujeros legales” para explotarnos un poco más. Si ya la deslocalización era terriblemente perjudicial para los obreros, ahora riza el rizo y se saca de la manga lo que seEl capitalismo siempre se supera a sí mismo. Siempre busca —y encuentra— los “agujeros legales” para explotarnos un poco más. Si ya la deslocalización era terriblemente perjudicial para los obreros, ahora riza el rizo y se saca de la manga lo que se podría llamar la “deslocalización penitenciaria”.

La multinacional francesa del automóvil Valeo cerró su planta de producción en el polígono de San Cibrao das Viñas (Ourense), en donde diariamente trabajaban 234 personas. Noticias como ésta no son tan extrañas, por desgracia casi ocurren a diario. Pero lo mejor de esta historia es que Valeo trasladó parte de su producción a la cárcel de Teixeiro, en la provincia de A Coruña.

Lo que comenzó hace poco más de año y medio con el traslado de un par de líneas de producción, ahora se ha convertido en un centro de trabajo. Algunos podrán argumentar que el hecho de que Valeo dé trabajo a los presos de Teixeiro tiene un gran valor terapéutico para éstos, pero seamos un poco realistas: Valeo no esta ahí para hacerle un favor a los presos, Valeo esta ahí para hacerle un favor a su bolsillo.

Y tanto, porque Valeo no paga nada, excepto un pequeño salario a los reclusos y el material necesario para el trabajo. No paga ni luz, ni teléfono, ni locales, ¡nada!, todo corre a cargo de la prisión, o sea, del Estado, es decir, lo pagamos todos con nuestros impuestos. Vamos, un auténtico “chollo”.

Los salarios de los presos no sobrepasan los 360 euros en el mejor de los casos… ¡y encima están ligados a la producción! Por supuesto, no tienen derecho a reivindicaciones laborales por su condición de presos y son habituales las jornadas que exceden lo reglamentario. Un paraíso para Valeo: todo son beneficios, paga unos salarios míseros y casi no tiene gastos. No engaña a nadie.

Pero todavía hay más. Valeo encima se atreve a amenazar con dejar de colaborar con el centro penitenciario y trasladar la producción. Los funcionarios de la prisión temen que se hayan aprovechado de los presos para cerrar la planta de San Cibrao das Viñas.

Valeo también está presente en la cárcel de Pereiro de Aguiar (Ourense) y en la cooperativa de integración gitana Xanela, con idénticas intenciones.

¿Y el papel de los sindicatos? El papel de los sindicatos debe de ser defender a los trabajadores y detener esta situación lo más rápido posible. No pueden dejar de lado cuestiones de clase tan claras como ésta, se están jugando su reputación.

Conclusión: una parte de Valeo tiene que estar en la cárcel... sus directivos.

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