Tras el breve paréntesis vacacional de agosto, vuelven los viejos problemas: eventualidad masiva de los jóvenes trabajadores cuyos contratos se encadenan hasta el infinito, salarios que no se revisan por la intransigencia patronal a la hora de negociTras el breve paréntesis vacacional de agosto, vuelven los viejos problemas: eventualidad masiva de los jóvenes trabajadores cuyos contratos se encadenan hasta el infinito, salarios que no se revisan por la intransigencia patronal a la hora de negociar el convenio, condiciones de trabajo que ponen en peligro nuestra salud por el hecho de ir a trabajar.

En estas circunstancias se plantea la negociación de una nueva reforma laboral. Los trabajadores cuando oímos hablar de reforma laboral metemos la mano en el bolsillo para evitar que nos roben la cartera. Esa es la experiencia acumulada y las últimas reformas pactadas con los sindicatos o impuestas por el Gobierno de turno han supuesto un claro retroceso en nuestras condiciones de trabajo, salarios, poder de los trabajadores en las empresas, una perdida en fin de derechos sociales: desempleo, pensiones, control de la salud por las mutuas y un largo etcétera...

Los datos cantan: según datos de la EPA y de Euroestat analizados por UGT, el Estado español aunque aporta a la zona euro el 7% de la ocupación total, concentra el 26% de los trabajadores eventuales de toda la zona euro y el 20% del total de los accidentes laborales. Este dato brutal significa que la temporalidad y la siniestralidad en el estado español triplica a la de la zona euro.

Entre los años 1998 y 2004 el numero de trabajadores eventuales ha crecido un 35% y ha pasado de 3,5 millones a casi 5 millones de trabajadores con contrato eventual.

Desde el año 1991 en nuestro país nunca se ha reducido la temporalidad por debajo de la tasa del 32% de los asalariados. La mayoría de la precariedad la soporta la juventud trabajadora, los menores de treinta años que suponen el 32% de los asalariados y sin embargo uno de cada dos tiene un contrato eventual (48%). Esta lacra se ha extendido vergonzosamente al sector público donde entre 1998 y 2004 la tasa de eventualidad se incrementó en un 50%.

Respecto a los costes del despido, otra de las bestias negras de la patronal, hay que decir que estudios comparativos de la situación entre los países de la OCDE concluyen que los costes del despido se han reducido en España más que en ningún otro país de la organización desde 1998, sin que este hecho haya tenido ninguna incidencia en la reducción de la temporalidad.

De los países industrializados el Estado español es, tras EEUU, Gran Bretaña y Canadá, donde menor es la protección legal al empleo fijo. La fortísima reducción de la protección contra el despido de los trabajadores fijos ha ido acompañada del salto en la tasa de temporalidad, que pasó en los últimos quince años del 23% al 33%.

¡Basta ya de

descensos salariales!

En el aspecto salarial, otro de los argumentos centrales por el que los patronos exigen la reforma laboral, se califica de altos los salarios de los trabajadores, se los culpabiliza de la pérdida de competitividad de la economía etc... Otra vez la realidad de los hechos desmiente la propaganda de la patronal.

Según un estudio realizado por UGT con datos de la oficina europea de estadísticas Euroestat, entre1999 y 2003, el coste medio anual por hora trabajada en nuestro país en el sector industrial y en el de servicios no ha aumentado. Sin embargo en todos los países comunitarios estos costes se han incrementado por encima del 10%. Este empobrecimiento de los salarios de los trabajadores contrasta con el comportamiento de los beneficios empresariales que en ese mismo periodo han llegado a triplicar sus beneficios. Este estudio informa que nuestro país es precisamente el que más ha elevado sus beneficios empresariales, un 44% entre 1999 y 2003, la tasa mas elevada de la Europa de los quince exceptuando Irlanda. Eso ha supuesto que los beneficios empresariales ganaran dos puntos porcentuales de la renta nacional a costa de lo que han perdido las retribuciones de los asalariados.

No podemos aceptar

ningún recorte mas

En la nueva reforma laboral que se esta negociando suena la misma música que en las anteriores. Este recorte de derechos que quieren imponer a los trabajadores no es un problema exclusivo del Estado español, aquí simplemente es, dado el carácter débil y parasitario del capitalismo, más urgente desde su punto de vista. El problema, como se ha visto en el debate sobre la Constitución Europea y así ha sido comprendido por los trabajadores franceses y holandeses, es un ataque decisivo a los derechos acumulados por los trabajadores en décadas de luchas obreras. Ese es el punto fundamental, esa es la estrategia de la burguesía europea: expropiar a los trabajadores de derechos y beneficios sociales y supeditarlos a sus intereses económicos. Este es también el camino elegido por Solbes y Caldera y parece que respaldado por el conjunto del gobierno del PSOE. Si Zapatero entra por esta senda no sólo defraudará las expectativas de millones de jóvenes y trabajadores sino que, más temprano que tarde, se enfrentará al conjunto del movimiento obrero.

Las dificultades de llegar a un acuerdo en las negociaciones, que se llevan prolongando desde el mes de mayo, estriban en las ambiciones de los empresarios. Las propuestas patronales no tienen desperdicio: el eje central de todas ellas es la imperiosa necesidad de reducir la protección a los trabajadores con contrato fijo. Junto a esta propuesta hay otras como la reforma de la negociación colectiva, que pretenden eliminar las cláusulas de revisión salarial y vincular las subidas salariales a la inflación de la zona euro, dando libertad a los empresarios para adherirse a los convenios sectoriales. De esta manera, en definitiva, se pretende romper el potencial de lucha sectorial que tenemos los trabajadores, que hoy por hoy no utilizan los dirigentes sindicales, pero que sí se puede utilizar con otra política sindical combativa y con una perspectiva de clase. En definitiva se trata de atomizar y debilitar a los trabajadores y sus organizaciones.

Las otras líneas de ataque son las pensiones que quieren reducir drásticamente aplicando para su cálculo toda la vida laboral de los trabajadores. La excusa como siempre es la supuesta quiebra del sistema, que ya bancos como el BBVA, interesados en hacer un negocio con las pensiones, pronosticaban para el año 2000.

La actitud del Gobierno, que ha sido aupado al poder de forma decisiva por los trabajadores y que por lo tanto debiera ser sensible a sus necesidades, ha sido en primer lugar supeditar los cambios en la legislación laboral a un pacto entre los sindicatos y la patronal, con lo que permite a la CEOE bloquear cualquier cambio que vaya contra sus intereses. La propuesta de negociación escrita por parte del gobierno, hace una concesión a la patronal extendiendo a todos los contratos nuevos la modalidad de “fomento de la contratación indefinida” que se pactó en el año 1997, aceptando de hecho la peregrina idea de que los despidos son caros y esto dificulta la contratación; así el gobierno ofrece abaratar el despido improcedente de 45 a 33 días. El incremento de los periodos de prueba, durante los cuales se puede rescindir el contrato y la reducción de las cuotas patronales a la Seguridad Social es otra de las materias que quiere introducir el gobierno del PSOE en la negociación de la reforma laboral. Como se puede apreciar, el contenido de las propuestas es muy similar al planteado por el PP en la anterior contrarreforma laboral.

¿Qué hacer ante

esta reforma laboral?

Los trabajadores nos enfrentamos otra vez mas a una gravísima amenaza de retroceder en nuestros derechos sociales ante la presión de la burguesía, la “comprensión” del gobierno del PSOE y la poca combatividad de los dirigentes sindicales. La estrategia de los que están al frente de la política económica del gobierno pasa por seguir los dictados de la economía burguesa actual. Un modelo que pasa por estimular a los ricos ofreciéndoles jugosas ganancias y hundir a los trabajadores en la más estrecha necesidad para que tengamos que trabajar a cualquier precio. Lo primero se consigue a costa de lo segundo.

Lo que tenemos los trabajadores lo hemos conseguido luchando. En esta época no hay otra forma de lograr ningún avance.

La experiencia de las mesas de negociación, como la de la reforma pactada de 1997, nos dice que si no hay una actitud decidida de los dirigentes sindicales o una presión suficiente por parte de los trabajadores lo único que producen son recortes de derechos. No se trata de una buena o mala voluntad de una u otra parte. Es la lógica del sistema mismo que tiende a un conflicto irreconciliable entre las clases en la medida en que la tarta del crecimiento económico se reduce. Sin embargo, entre los dirigentes sindicales todavía hay quienes creen que aceptar la lógica del capitalismo es la única manera de mantener los puestos de trabajo, atraer inversiones productivas, sobrevivir en definitiva. Se equivocan de arriba a abajo. Los resultados de esa política que se ha aplicado mas allá de los últimos 20 años está a la vista: destrucción de empleo digno, precarización creciente, un empeoramiento de las condiciones de vida y trabajo de la clase obrera.

Los problemas gravísimos de los trabajadores exigen una respuesta clara y firme acabar con la contratación eventual abusiva, defender los derechos de protección en caso de despido, defender las pensiones públicas, mejorar los sistemas de protección social, mejorar nuestros salarios. Estos son los puntos que los sindicatos tienen que poner en el primer punto del orden del día de la acción sindical.

Se deben realizar debates internos sobre los objetivos que debemos conseguir en esta negociación. Se debe informar y dar participación a los trabajadores en cada fábrica y sector de la producción, informando y debatiendo sobre la importancia de lo que está en juego. Y no se puede aceptar ningún retroceso más.

La patronal, sus organizaciones hace tiempo que hacen campaña y llenan páginas y páginas exigiendo ataques a los derechos de los trabajadores.

Sólo la clase obrera movilizada, y esa es la idea en la que es necesario insistir en el seno de los sindicatos, puede en primer lugar parar este golpe y en segundo lugar forzar al gobierno, elegido por los trabajadores, a tomar las decisiones políticas que permitan hacer frente a los problemas que tenemos.

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