Tras las elecciones sindicales, la cosa se agravó aún más. La empresa se negaba a discutir ninguno de los problemas. Finalmente, tras más de cinco meses accedió a mantener una reunión, donde tuvo que reconocer sus incumplimientos, aunque no por ello ha cambiado su actitud. Por si fuera poco, a los dos días de la reunión despide a un trabajador, sin ningún motivo (ellos mismos reconocen el despido como improcedente) aunque de forma extraoficial comentan que le despiden porque “no pueden despedir a Gustavo, porque ahora es delegado sindical”. Una represalia en toda regla, al más puro estilo mafioso. El trabajador despedido es el que menos tiempo llevaba en la empresa, y por tanto, el que les salía más barato.
Con todo, lo más grave a nuestro parecer es que esta situación se de en una empresa que trabaja para un organismo público, como es la Universidad, sin que parezca importarle a nadie las condiciones de trabajo que padecen esos trabajadores. De momento, la Vicerrectora, Isabel Viña, se ha negado a reunirse con ellos, y el Gerente ha comentado “extraoficialmente” que “si contratamos a una empresa es precisamente para quitarnos el problema de encima nosotros”. Es vergonzoso que un organismo público se desentienda de esa manera y con tal cinismo de situaciones que, no sólo son injustas, sino que rayan lo delictivo. Tantas campañas sobre la tolerancia, el respeto, la seguridad laboral…tanta frase vacía sobre la educación y lo demás, para terminar dándole dinero público a una empresa que acosa y despide arbitrariamente a quienes reclaman sus derechos. Creemos que es fundamental exigir a la Universidad que presione a SUFISA y le obligue a solucionar el conflicto o de lo contrario, rescinda la contrata y ponga el servicio en manos de una empresa que respete los derechos laborales, subrogando, por supuesto, a la plantilla actual.
Mónica Iglesias
CCOO · Asturias