La represión policial el 11 de diciembre contra los trabajadores del astillero de Sevilla ha sido la gota que ha colmado el vaso de la paciencia y el aguante de muchos trabajadores y sindicalistas sevillanos. La represión policial el 11 de diciembre contra los trabajadores del astillero de Sevilla ha sido la gota que ha colmado el vaso de la paciencia y el aguante de muchos trabajadores y sindicalistas sevillanos. Por ello unos días después se celebró en el salón de actos de CCOO de Sevilla un acto de denuncia contra la represión sindical creciente que estamos sufriendo los trabajadores desde el pasado año. En dicho acto hablaron compañeros de CCOO (Paco Figueroa), del Sindicato de Obreros del Campo (SOC) representado por Diego Cañamero, de la Red de Solidaridad con los trabajadores inmigrantes encerrados en la Universidad Pablo de Olavide y otros estudiantes represaliados por la lucha contra la LOU. El Sindicato de Estudiantes también participó.

Cañamero relató la represión sufrida por los jornaleros, que han visto mejor que nadie como los antiguos vestigios del franquismo nunca desaparecieron en el campo andaluz, y echó abajo la paupérrima fachada democrática que intenta vendernos la clase dominante de este país. Según Cañamero los ataques que más daño hacen al SOC son las incontables multas a las que deben hacer frente. Además de las multas por realizar manifestaciones en pueblos de Sevilla, fundamentalmente desde la huelga general del 20-J, deben pagar sanciones de hasta medio millón de pesetas; el propio dirigente del SOC debe enfrentarse a un juicio en el que se pide un año y tres meses de cárcel con la falsa acusación de obligar a unos trabajadores de Alcalá de Guadaira a secundar un paro agrícola. Y es que, como señaló Cañamero, “la burguesía terrateniente utiliza todos los instrumentos a su alcance para defender sus privilegios, ya que la democracia se les va de las manos”.

Los compañeros de CGT contaron las desgraciadas experiencias que sufrieron los piquetes informativos en diversas luchas de los trabajadores de Tomares. Explicaron cómo la policía local rodeaba con cinco o seis agentes los coches de los piquetes, sacaban las pistolas y apuntaban a los sindicalistas, les obligaban a salir del coche y una vez tirados en el suelo los esposaban y los llevaban directamente a los calabozos. Paco Figueroa de CCOO dejó muy claro a favor de quién está la justicia y expuso ejemplos de juicios celebrados con motivo de la siniestralidad laboral en la construcción, en los que dieron a las familias indemnizaciones de medio millón de pesetas por la muerte de los trabajadores, mientras que a Isabel Presley la indemnizaron con 10 millones de pesetas porque una revista publicó fotografías de su trasero.

El Sindicato de Estudiantes explicó la represión que han sufrido los estudiantes, fundamentalmente en las movilizaciones contra la Ley de Calidad, la LOU y la guerra de Iraq, en las que la policía cargó brutalmente en varias ocasiones, además de las multas que aún hoy siguen vigentes —hasta más de tres millones de pesetas— por supuestas pintadas en las sedes del PP y otras excusas; a esto hay que añadir las listas negras realizadas por la Policía Nacional y la Guardia Civil apuntando los nombres de afiliados del SE. “Convocar una manifestación conjunta de los sindicatos de clase, con una campaña previa de asambleas de trabajadores y reparto masivo de panfletos en empresas, barrios, etc, para finales de enero con el fin de parar los ataques de la derecha y la represión. Si los sindicatos de clase de Sevilla la convocaran, nosotros haríamos de todo para movilizar masivamente a la juventud. Si en lugar de esto cada sindicato sigue marchando por su cuenta, la derecha notará debilidad y división y seguirá reprimiendo” fue la propuesta concreta del SE en la reunión.

La represión sindical y laboral es necesaria para garantizar tanta explotación y demuestra el terror del que adolece la burguesía a una respuesta conjunta y unitaria. Una manifestación masiva de los sindicatos de clase en Sevilla preocuparía a los empresarios porque se darían cuenta de que la policía y los jueces no les sirven para mantener a los sindicalistas a raya y daría confianza y apoyo a los compañeros que están siendo represaliados. Sin embargo, parece que los dirigentes sindicales no lo ven de la misma manera.

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