Del 14 al 16 de septiembre se reunió en Nueva York la Asamblea General de la ONU. Se conmemoraban los 60 años de esta organización que, desde su surgimiento después de la II Guerra Mundial como instrumento de las grandes potencias, se encuentra ante la que probablemente sea una de sus crisis más profundas.

El enfrentamiento entre el imperialismo norteamericano y el francés respecto a la guerra de Iraq tuvo como consecuencia que la ONU no diese una cobertura legal a la misma al gusto del gobierno de Bush. La arrogancia del imperialismo de EEUU ha sido tanta que durante la guerra “pasó” de la ONU, a los ojos del mundo entero. Así, ese instrumento de engaño tan útil para imperialismo a lo largo de décadas quedó seriamente dañado. Después, el imperialismo norteamericano puso en práctica una gran campaña mediática contra la corrupción en la burocracia de la ONU, que obviamente existe, pero que para el imperialismo no es más que una moneda de cambio para presionar a favor de sus intereses.

Objetivos del Milenio

Hace cinco años, la ONU acordó los Objetivos del Milenio, una declaración de buenas intenciones para rebajar a la mitad la extrema pobreza y el hambre, lograr la educación primaria universal, promover la igualdad de género, reducir la mortalidad infantil, combatir el sida, garantizar la sostenibilidad ambiental y potenciar alianzas globales para el desarrollo. Hoy, esos acuerdos, como tantos otros, no son más que papel mojado. Chávez tiene toda la razón cuando dice que la ONU es un organismo antidemocrático y que no sirve para nada.

En cualquier caso, de estos Objetivos del Milenio casi no se habló, ya que EEUU presentó 400 enmiendas al informe que se presentaba a la Asamblea, eliminando todos los temas que prefería no tratar, como el medio ambiente, el desarme nuclear o el famoso compromiso de los países desarrollados de dar un 0,7% del PIB a la cooperación, que quedó reducido a una “recomendación” a pesar de que en la mayoría de los casos ese tipo de “ayuda” sólo sirve a los intereses comerciales de las grandes potencias. Además, el texto final que fue aprobado, se entregó a los delegados cinco minutos antes y en inglés, con lo que la mayoría de los delegados no pudieron ver los cambios que se habían realizado, como denunciaron Cuba y Venezuela. En realidad la gran mayoría de países tienen su voto decidido en función de su relación con una u otra potencia. Sólo un dato: de los 191 países miembros de la ONU, EEUU tiene tropas en 129 de ellos ¿Alguien puede esperar que alguno de estos países desarrolle una política independiente?

La reforma de la ONU

Durante esta cumbre, algunas voces han reclamado que la ONU sería un verdadero órgano defensor del “derecho internacional” si se le diera más voz a los países pobres. Pero hay una pequeña diferencia entre la población de los países pobres y los gobiernos de los países pobres, generalmente muy vinculados a los intereses del imperialismo y de una minoría privilegiada en su propio país. Por otro lado no existe un “derecho internacional” por encima del bien y del mal, sino que las leyes siempre están al servicio de la clase dominante y de las grandes potencias. Pero incluso así, si en alguna ocasión el “derecho internacional” choca con los intereses del imperialismo pues se pisotea y ya está. Para algo existe el ejército. ¿Y qué ejército y qué presupuestos tiene la ONU si no el que les pueden suministrar las potencias imperialistas?

El debate se centró en la reforma de una ONU en crisis, que en realidad refleja la crisis y la tensión existente entre las grandes potencias. En la discusión sobre la incorporación de nuevos miembros permanentes o semipermanentes al Consejo de Seguridad Italia denunció que Alemania comparaba votos de países africanos para poder entrar; Japón tiene el apoyo de EEUU para entrar, pero el veto de China; Pakistán reclama su entrada si India logra la suya...

Medidas antidemocráticas

Por otro lado, la reforma de la ONU planteada por su secretario general no va en el sentido de una mayor democratización, sino todo lo contrario: apoya los recortes de derechos democráticos producidos en todo el mundo tras el 11-S. Así, ni siquiera se incorporan algunas de las medidas que se han defendido tradicionalmente, como la eliminación del derecho a veto en el Consejo de Seguridad o la ampliación de poderes de la Asamblea General. Todo eso no cambiaría nada el carácter de la institución, al servicio de las grandes potencias, pero está claro que incluso medidas de ese tipo, dentro del formalismo democrático burgués, no son viables en un periodo de crecientes tensiones en las relaciones mundiales.

Por el contrario, se quiere reformar el artículo 961 y pasar por alto la soberanía nacional en caso de “catástrofe humanitaria”, una vía para el día de mañana, por ejemplo, intervenir en Venezuela argumentando una “catástrofe humanitaria” (y ya hemos visto, en el caso del Katrina, cómo interviene EEUU en una catástrofe humanitaria en su propia casa: dando orden de disparar a matar). En la misma línea, el Consejo de Seguridad adoptó recientemente una resolución en la que se llama a los 191 países miembros a promulgar leyes para definir como delito toda “invitación para cometer un acto terrorista” y negar albergue a cualquier sospechoso. Ya sabemos la amplitud que tiene el término “terrorista” para el imperialismo.

En un mundo capitalista dominado por una pocas potencias imperialistas la ONU o estará su servicio o no será nada. Los trabajadores, los jóvenes y los pueblos oprimidos del planeta no podemos tener ninguna expectativa en que este organismo vaya a resolver ningún problema fundamental. El fin del hambre, de las guerras y de la opresión sólo se producirá con el fin del capitalismo.

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