"La derecha apuntilla a la izquierda", "Los funerales de la izquierda plural"... Éstos y otros parecidos eran los titulares de la prensa un día después de la segunda vuelta de las elecciones legislativas francesas celebradas el 16 de junio. ¿QuéMiguel Michitorena

Militante de la Agrupación Socialista

de Ciudad Lineal–Madrid

"La derecha apuntilla a la izquierda", "Los funerales de la izquierda plural"... Éstos y otros parecidos eran los titulares de la prensa un día después de la segunda vuelta de las elecciones legislativas francesas celebradas el 16 de junio. ¿Qué había sucedido? ¿Ha sido de verdad un giro a la derecha de la sociedad francesa? ¿Qué responsabilidad tienen los dirigentes de la izquierda en esta derrota?

Éstas y muchas más son las preguntas que los trabajadores nos hacemos ante un vuelco tan grande en el parlamento francés, donde se ha pasado de una mayoría holgada de la izquierda (319 escaños de 577) a una mayoría amplísima de la derecha (389 escaños de 577).

Responsabilidad de los dirigentes

El sistema electoral francés, con dos vueltas, que prima a los partidos mayoritarios, no explica por qué la izquierda ha perdido tantos votos. Mientras vemos cómo en toda la Unión Europea la derecha arrebata electoralmente los gobiernos a la izquierda (en 1998 había trece países con gobiernos socialdemócratas, ahora sólo quedan cinco), estamos asistiendo a un resurgir muy fuerte de las luchas obreras por todas partes. Sólo este año ha habido huelgas generales en Italia, Estado español, Grecia, zona norte de Portugal..., con manifestaciones masivas: más de dos millones en Italia, tres millones en el Estado español, etc.

El movimiento obrero francés ha sido una de las puntas de lanza del movimiento obrero internacional y después de las luchas de 1995 fue capaz de echar a la derecha y aupar al gobierno a Jospin y el Partido Socialista en alianza con el Partido Comunista y los verdes, para que llevasen adelante un programa que parecía el más a la izquierda de toda Europa. Pero la puesta en práctica de ese programa se ha concretado en peores condiciones de trabajo, más precariedad, privatizaciones, aumento de las desigualdades, todo lo contrario de lo que la propaganda electoral ofrecía.

Aumento de la abstención

En las elecciones presidenciales celebradas hace dos meses el aumento de la abstención propició la derrota de Jospin y su dimisión. En esas elecciones se vio además la polarización de la sociedad con el aumento de los votos de la extrema derecha y de la extrema izquierda. En la primera vuelta de las elecciones legislativas la abstención aumentó, llegando al 35%. En la segunda vuelta se vuelve a incrementar y el 39% de los franceses decide no acudir a votar.

Pero la abstención no afecta a todos por igual. En Lille, Roubaix, Tourcoing, Valenciennes (ciudades industriales del norte de Francia) o en Saint Denis, feudo tradicional del PCF, la abstención se acercaba y en algunos distritos electorales superaba el 50%.

Esto tuvo como resultado que en feudos tradicionales del PS y del PC sus dirigentes como Martine Aubry o Robert Huè perdiesen el escaño y anunciasen su retirada, uniéndose a la larga lista de cadáveres políticos como Guterres en Portugal, Jospin, el dirigente del partido socialista de Holanda, etc.

¿Qué hacer?

En la socialdemocracia europea se inicia un debate sobre las causas de estas derrotas. Para los marxistas son claras. La socialdemocracia, al aceptar el sistema capitalista y tratar sólo de limar las aristas de ese sistema, no puede aplicar reformas, ya que el capitalismo está en crisis y la burguesía necesita apretar cada día más a los trabajadores. Éstos apoyan una y otra vez a sus partidos, hasta que ven que su apoyo no redunda en una mejora de sus condiciones de vida. Entonces dejan de apoyarles, se abstienen de votar.

La manera de recuperar su confianza es plantear un programa que recoja las aspiraciones de los trabajadores y sus familias, pero además demostrando que con su apoyo se puede llevar adelante, que no es mera palabrería.

Sólo un fuerte giro a la izquierda de los partidos obreros, adoptando un programa y unos métodos auténticamente socialistas, harían que la ilusión volviese a los trabajadores y los jóvenes, que verían que sus organizaciones pueden servir como instrumento para transformar la sociedad.

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