Durante la Segunda Guerra Mundial algunos de estos nacionalistas colaboraron con los nazis y esto dio a Stalin la excusa para una nueva oleada de opresión criminal contra estos pueblos. En 1944, en una sola noche, miles de chechenos fueron deportados a Kazajstán. Decenas de miles murieron durante esta deportación. Los deportados sólo tuvieron la oportunidad de regresar a su hogar en la era Kruschev.
La política de Stalin sembró la semilla de futuros conflictos. Sin embargo, durante los años sesenta y setenta la industria del petróleo dio un gran impulso a la economía de la república. Muchas personas tuvieron acceso a una buena educación. A principios de los ochenta, los chechenos eran una de las naciones más cultas de la URSS, con un gran número de médicos y profesores en todos los campos de estudio. La llegada del capitalismo hizo añicos todo esto.
La crisis y el colapso del estalinismo a finales de los años ochenta sacaron a la superficie todos los viejos problemas y conflictos. Después del colapso de la URSS, en 1991, Chechenia se declaró un estado independiente. El nuevo régimen checheno comenzó a copiar la política aplicada en las antiguas repúblicas soviéticas, provocando los mismos problemas: por un lado, nacionalismo y privatización, por el otro, corrupción y crimen. El control de la república se dividió entre varias bandas que luchaban por el control de la producción de petróleo.
Para las empresas petroleras rusas, Chechena era importante no sólo por su petróleo, también porque era un pasaje hacia el petróleo del Mar Caspio en Azerbaiján. Todos estos elementos crearon un entorno adecuado para el ascenso del fundamentalismo islámico, la población no veía una alternativa revolucionaria real. Después de años de guerra, la clase obrera chechena estaba casi totalmente destruida. No existía la industria. Las escuelas y las universidades fueron destruidas por los bombardeos rusos.
Putin, que es un títere de la oligarquía, no tiene intención de retirar al ejército de Chechenia, ni tampoco está dispuesto a negociar con el líder checheno Masjádov. Probablemente se pudiera haber evitado la masacre del teatro de Moscú si Putin hubiera estado dispuesto a abrir negociaciones con los líderes chechenos. La situación actual es un camino hacia ninguna parte. El ejército ruso todavía es incapaz de romper la resistencia chechena. Los chechenos son incapaces de poner fin a la ocupación, sufriendo un terror brutal a manos del ejército ruso. En las dos guerras han muerto más de cien mil personas.