Los estibadores de la costa occidental de EEUU continúan con su lucha que comenzó el pasado 1 de julio. Después de un cierre empresarial de diez días, el gobierno Bush intervino imponiendo la ley Taft-Hartley, que obliga a los empresarios a abrir losLos estibadores de la costa occidental de EEUU continúan con su lucha que comenzó el pasado 1 de julio. Después de un cierre empresarial de diez días, el gobierno Bush intervino imponiendo la ley Taft-Hartley, que obliga a los empresarios a abrir los puertos y a los trabajadores a regresar al trabajo durante ochenta días. En este período de tiempo, teóricamente, empresarios y trabajadores tienen que llegar a un acuerdo. Pero como recordaba The Economist (12/10/02) “en ocho de las once ocasiones en que se ha utilizado esta ley, y donde han estado implicados los estibadores, la lucha se ha vuelto a reanudar a los ochenta días”.

Los medios de comunicación presentan la ley Taft-Hartley como algo favorable para los trabajadores porque ha obligado a los empresarios a reabrir los puertos. Pero nada más lejos de la realidad. Esta ley fue aprobada en 1948 con la intención de debilitar a los sindicatos industriales. Según la ley los trabajadores deben volver obligatoriamente al trabajo durante un período de ochenta días; mientras, no pueden hacer huelga; si lo hacen, pueden ser condenados con pena de cárcel; incluso puede obligar a los sindicatos, en este caso el ILWU, a pagar a los empresarios el coste económico provocado por la lucha, lo que se traduce en miles de millones de dólares que supondrían la bancarrota y desaparición del sindicato.

Más amenazas del Gobierno

Ahora la asociación de empresarios (PMA) ha denunciado en el juzgado a los trabajadores acusándoles de trabajar a un ritmo más lento de lo habitual. Pero lo que no dicen es que el cierre de los puertos ha supuesto la acumulación de una enorme cantidad de mercancías y quieren aprovechar estos ochenta días para liquidar todo el trabajo acumulado intensificando los ritmos laborales. Uno de los motivos de la lucha son las condiciones de seguridad, desde marzo han muerto cinco trabajadores; después de la minería, el puesto de estibador está considerado el segundo más peligroso de EEUU. Los estibadores han vuelto al trabajo y, correctamente, están cumpliendo escrupulosamente todas las medidas de seguridad. El gobierno también ha amenazado con aplicarles la ley Laboral Ferroviaria, esta ley fue implantada por Truman en los años cincuenta, originalmente destinada a los ferroviarios, pero también se ha aplicado en otros casos e impone la intervención estatal en los conflictos laborales y la obligación de cumplir el acuerdo que dicte el gobierno. También se ha amenazado con esta ley a los trabajadores del sector aeronáutico.

El gobierno estadounidense, con Bush a la cabeza, está llevando a cabo uno de los ataques más salvajes contra la clase obrera desde la Segunda Guerra Mundial. En medio de la crisis económica, en EEUU y el resto del mundo, los capitalistas quieren atacar todos los derechos de los trabajadores, huelga, libertad de expresión, sindicalización, etc., y para conseguir esto, tienen que aplastar, en primer lugar a los estibadores, y en segundo lugar acabar con los sindicatos.

En 1980 Reagan lanzó un ataque similar contra el poderoso sindicato de controladores aéreos, PATCO, y en aquella ocasión sí tuvo éxito. La diferencia es que hoy en día la situación es completamente distinta. Durante los últimos años los trabajadores han visto como su poder adquisitivo se reducía paulatinamente, los beneficios sociales han ido desapareciendo poco a poco —el año pasado 41,2 millones de trabajadores no tenían derecho a la asistencia sanitaria (2,5 millones más que en 2000)—, etc. Por primera vez en ocho años la pobreza ha subidoHoy, 32,9 millones de personas, en el país más rico del mundo, viven en la pobreza. Pero, a diferencia de 1980, la presión desde abajo es enorme para las direcciones sindicales. La clase obrera estadounidense es un gran gigante que lleva décadas en hibernación y está preparada para luchar, cuanto más se retrase mayor será la magnitud de su explosión.

Aumenta la oposición a la guerra en Irak

En la antesala de las elecciones, a Bush se le acumulan los problemas en casa. Según pasan los días crece la oposición a la guerra en EEUU. La última muestra de este ambiente fueron las manifestaciones del pasado 26 de octubre en Washington donde se manifestaron 100.000 personas y en San Francisco otras 50.000. Se trata de las manifestaciones pacifistas más grandes desde la Guerra del Vietnam, la diferencia es que aquellas manifestaciones se produjeron cuando EEUU ya llevaba tres años en guerra, mientras que en esta ocasión la guerra ni siquiera ha comenzado.

El pasado 12 de octubre el periódico, New York Times, publicaba un artículo titulado: “La protesta crece espontáneamente según pasan los días”. El artículo explicaba que las protestas contra la guerra se habían extendido a 135 campus universitarios en 35 Estados diferentes, pero lo más interesante de este artículo es la conclusión a la que llega, según el artículo todo esto demuestra que en cuanto estalle el conflicto la oposición a la guerra se puede extender como un reguero de pólvora.

Durante la última década se nos ha presentado una imagen de EEUU caracterizada por las subidas de la bolsa, el boom de la tecnología y la riqueza sin fin, todo esto se ha derrumbado y ahora nos está dejando ver la verdadera cara del capitalismo estadounidense, caracterizado por la pobreza, la miseria y la explotación laboral.

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