Cada vez resulta más evidente el fracaso de los planes del imperialismo angloamericano en Iraq. En vez del idílico escenario imaginado desde Washington en el que las tropas de ocupación iban a ser recibidas como libertadores y el petróleo iraquí saqueado impunemente, los imperialistas se han encontrado con la heroica resistencia del pueblo iraquí que, lejos de disminuir, se acrecienta día a día.

Por eso los imperialistas están tratando de dotarse de una red de secuaces y sicarios iraquíes que lleven a cabo el trabajo sucio de los ocupantes. No es otra la función de la nueva policía iraquí contra la que la resistencia iraquí dirige certeramente sus ataques. Para llevar a cabo sus planes de expolio y sumisión de Iraq el imperialismo se verá obligado a apoyarse en los elementos más corruptos y reaccionarios de la población iraquí, agrupados en el denominado Consejo de Gobierno. Esto ha quedado demostrado en la reciente aprobación de la llamada Constitución Provisional en la que se consagra el Islam como religión oficial y fuente de derecho, un paso atrás de cincuenta años para un país laico como era Irak. Los clérigos chiítas que gracias a la intervención imperialista gozan ahora de un gran protagonismo político en Iraq, mantienen sus reticencias hacia la nueva constitución siguiendo con la estrategia de “semioposición” y “semiapoyo” a los ocupantes que les marca el ayatolá Sistani. Pero la propia dinámica de la situación en Iraq llevará inevitablemente a un mayor entendimiento entre los fundamentalistas y el imperialismo. Al fin y al cabo, no es la primera vez que el imperialismo americano colabora abiertamente con el fundamentalismo islámico, como demuestra su apoyo incondicional a la monarquía saudí o su ayuda a los talibanes afganos en los años noventa, por citar sólo dos ejemplos. En cuanto a las libertades democráticas que supuestamente consagra la nueva constitución iraquí, todos sabemos que la única ley que opera en Iraq es la que emana de los cañones de las tropas de ocupación.

La ONU no es ninguna alternativa

Por otro lado en las últimas semanas hemos visto como el imperialismo ha vuelto a dirigirse a la ONU para que ésta asuma un papel más activo en Iraq, dando así un barniz de legitimidad democrática a la ocupación. Kofi Annan no ha dudado un momento en aceptar la invitación de Washington, demostrando una vez más que la ONU no cumple otra función que la de apéndice de la política exterior estadounidense, estamos convencidos de que la ONU cumplirá fielmente con el guión que se le dicta desde la Casa Blanca. Los planes del imperialismo para una transición democrática en Iraq no son más que una farsa siniestra. En primer lugar porque el traspaso de poderes no se producirá hasta que el imperialismo angloamericano haya aplastado toda resistencia de la población iraquí y controle totalmente el país, en este sentido Paul Bremer ha declarado recientemente que las elecciones no podrán celebrarse hasta dentro de un año alegando razones formales como la falta de un censo o una ley electoral. En segundo lugar porque aun después de la cesión de soberanía a los iraquíes se prevé que más de cien mil soldados estadounidenses permanezcan en el país para asegurar la explotación del petróleo iraquí por las multinacionales.

En cualquier caso el deseo de la Administración estadounidense es controlar este proceso de transición por medio de unas elecciones indirectas, a través de los jefes tribales y las estructuras feudales que aún sobreviven en Iraq, en las que el imperialismo pueda maniobrar y comprar voluntades libremente. Este es el ejemplo reciente de Afganistán, donde los señores de la guerra campan a sus anchas y el opio vuelve a cultivarse en grandes cantidades. Los fundamentalistas chiíes, liderados por el ayatolá Alí Sistani, plantean demagógicamente la necesidad de celebrar unas elecciones directas de manera inmediata. No existen condiciones para unas elecciones libres mientras continúe la ocupación: aquellos candidatos opuestos al imperialismo no sólo no podrían llevar a cabo su campaña sino que seguramente serían arrestados con la excusa de ser terroristas y, si esto fracasara, el fraude electoral masivo aseguraría la victoria a los sicarios de Washington. Sólo con la retirada del imperialismo podrá el pueblo iraquí decidir libre y soberanamente sobre su futuro.

A aquellos filisteos que se lamentan diciendo que la marcha de las tropas ocupantes de Iraq significaría abandonar a la población al terrorismo y el enfrentamiento civil; nosotros respondemos que el único responsable del terrorismo y el enfrentamiento civil en Iraq es el imperialismo angloamericano y sus socios imperialistas del Estado español, Italia, Japón… Por nuestra parte, no dudamos de que cuando los trabajadores y oprimidos de Iraq, ayudados por el movimiento obrero internacional, se hayan librado de la ocupación imperialista, sabrán encontrar el camino hacia la liberación social.

¡Qué vuelvan las tropas ya!

El PP ha pagado cara su prepotencia, sus crímenes y sus mentiras al implicar al Estado español en la guerra de Iraq. Ahora es tarea del PSOE acabar con esta infamia. Los trabajadores y jóvenes que el 14 de marzo expulsamos a la derecha del gobierno debemos exigir a Zapatero que cumpla con su promesa y retire inmediatamente a las tropas españolas de Iraq. Esta es la voluntad inequívoca de las masas, expresada en la calle y en las urnas, y si el gobierno del PSOE se atreve a desafiarla, entonces tendrá de nuevo en las calles a la clase obrera y la juventud.

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