Torturas en Iraq:

En 1968, las imágenes de la matanza perpetrada por el ejército estadounidense en una pequeña aldea de Vietnam My Lai dieron la vuelta al mundo y revelaron el carácter violento, sanguinario y brutal de la guerra de ocupación del ejército norteamericano. Hoy, 36 años después, las fotografías y vídeos en los que se pueden ver las torturas, abusos y humillaciones a presos iraquíes, vuelven a conmocionar al mundo demostrando la verdadera cara del imperialismo, que se cree dotado de un derecho “divino” para saquear, robar y oprimir a cualquier pueblo que no esté dispuesto a seguir sus dictados. Por cierto, en estos dos trágicos acontecimientos hay una “pequeña” coincidencia, el encargado de cerrar la investigación de lo ocurrido en My Lai antes de tiempo, ignorando denuncias previas de los soldados de su División sobre los abusos del ejército, fue un oficial llamado Colin Powell, el mismo que hoy es secretario de Estado.

La utilización de la tortura

Si a alguien todavía le quedaba alguna duda, la tortura sistemática de prisioneros iraquíes ha demostrado que el ejército imperialista de ocupación no llegó con la intención de respetar los derechos humanos del pueblo iraquí. Tampoco debería sorprendernos porque la tortura es algo inherente a la política imperialista y es una herramienta habitual para vencer la resistencia de la población e intentar controlar la situación en el país ocupado. Ocurrió en el pasado en Argelia, Vietnam, India y hoy ocurre en Iraq, Afganistán o Palestina.

El escándalo ha alcanzado tales proporciones que la Administración estadounidense ha tenido que abrir una investigación. Intentan convencernos de que se trata de unas cuantas manzanas podridas y que sólo son hechos aislados. Pero el informe realizado por la Cruz Roja y recibido por la Administración estadounidense y el Pentágono en febrero demuestra que las torturas son generalizadas, que empezaron antes de la caída de Bagdad, que el 90% de los prisioneros iraquíes fueron arrestados por error y que los altos mandos estaban al corriente de ello, y que además los soldados seguían instrucciones recibidas directamente desde Washington. Por cierto, si la Cruz Roja es una organización de carácter humanitario supuestamente no vinculada a ningún gobierno y tan preocupada por la violación de los derechos humanos ¿por qué entrega su informe a la coalición en febrero y guarda silencio hasta que el escándalo salta a las primeras páginas de la prensa en abril? ¿Habría pasado lo mismo si el gobierno implicado fuera el de Cuba o Venezuela? Evidentemente no.

Estas atrocidades han tenido un profundo impacto entre la población y sólo conseguirán aumentar la determinación del pueblo iraquí para luchar contra el ejército de ocupación, las últimas encuestas demuestran que más del 80% de los iraquíes quieren que los imperialistas abandonen su país. Pero estas imágenes, junto con las fotografías de los ataúdes de soldados cubiertos con las barras y estrellas regresando a casa, también están consiguiendo que una parte cada vez más importante de la población norteamericana esté a favor del regreso de las tropas.

Los tres frentes del Pentágono

El ejército estadounidense, como todos los ejércitos, son un reflejo de la sociedad, con elementos violentos, que disfrutan con la violencia y dispuestos a hacer cualquier trabajo sucio que les pidan. Pero también hay otra parte importante de la tropa que no está dispuesta a participar en estos crímenes como demuestran la filtración a la prensa de estas fotografías. En números anteriores hemos explicado las condiciones en las que viven los soldados estadounidenses en Iraq pero recientemente el Pentágono tuvo que reconocer que la moral es muy baja y que tres cuartas partes de la tropa piensan que a sus oficiales no les preocupa su bienestar. Pero quizá lo más interesante es lo que ha publicado recientemente el periódico británico The Guardian, el año pasado desertaron 2.731 soldados estadounidenses (1.113 eran marines) y en lo que va de año ya ha habido 384 deserciones de marines. Esto demuestra que la administración Bush se está enfrentando a varios frentes: el primero es la guerra de liberación nacional iraquí, el segundo la oposición a la guerra en EEUU y el tercero, pero no menos importante, el creciente malestar en el seno de su propio ejército.

En noviembre se celebran las presidenciales, la caída del apoyo a Bush es directamente proporcional al empeoramiento de la situación en Iraq. Todavía es pronto para saber quién va a ganar, el candidato demócrata John Kerry sigue apoyando la aventura iraquí de Bush aunque hay un sector importante de su partido que le está pidiendo que se desmarque si no quiere perder las elecciones. Lo que está claro es que un cambio de presidente no garantiza el final de la ocupación. Para que eso ocurra hace falta que en EEUU se produzca un movimiento de masas contra la guerra, como ocurrió en Vietnam.

My Lai fue un punto de inflexión en el cambio de ambiente entre los trabajadores y los jóvenes estadounidenses. Ahora está ocurriendo con Abu Gharib.

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